Los intereses de los tres intermediarios se centraron en la finca del Llano de Solís. Asturmasa, reconocieron fuentes de la empresa a LA NUEVA ESPAÑA, propuso vender la parcela, pero los supuestos enviados de Barrick rechazaron esa idea. Se inclinaban más por el alquiler. Aquí las negociaciones estaban más avanzadas, tanto que existe un preacuerdo entre Asturmasa y Caamaño a este respecto. Por cerca de medio siglo. ¿Y qué hizo el Ayuntamiento de Corvera mientras tanto? Esperar a que fructificase la operación entre las dos compañías. Y es que Caamaño llegó a Corvera como socio único de una empresa llamada Chilena de Minerales, S. L., con sede en Bilbao y creada hace dos meses con un capital de 3.000 euros (el mínimo legal).

Caamaño presentó unos supuestos poderes otorgados por Rodrigo Benítez Pereira, en su condición de consejero delegado de la Compañía Minera de Zaldívar. Y, posteriormente, se le exigió un aval bancario, que también presentó en una reunión posterior. O sea, que al comienzo de la negociación nada parecía sospechoso quitando, quizás, la cercana fecha de constitución (mayo de este año) de la compañía Chilena de Minerales.

Fueron al menos tres las reuniones que se celebraron en el Ayuntamiento de Corvera durante estos dos meses. Iván Fernández dijo que apoyaría la acción si Barrick (o su filial Minas de Zaldívar) se acoplaba a lo dictado por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). La finca en la que estaban puestos todos los ojos estaba calificada como suelo industrial. Lo que pidió Fernández fue que la empresa redactase un plan especial a anexar al PGOU. Y con ese plan los inversores se comprometían a poner 5 millones de euros que servirían para pagar los accesos a la fábrica, la adecuación de la zona, la construcción de un nuevo depósito de agua y la instalación de fibra óptica. No hubo problema por parte del trío de intermediarios, conocidos en el mundo de los negocios avilesinos por haber participado en el desarrollo de algún contrato en el polígono de la ría o por realizar pequeñas obras en domicilios por encargo de compañías de seguros, en el caso de Caamaño.

El Ayuntamiento se retiró de la escena hasta que Asturmasa y Chilena de Minerales se pusieran de acuerdo. Y esto parecía que estaba hecho. Sin embargo, Iván Fernández espetó en una de las reuniones, según ha sabido este periódico, que apostaría a que no se iba a desarrollar la actividad, a que todo quedaría en agua de borrajas. Y, pese a ello, decidió hacerla pública: a los líderes de los sindicatos mayoritarios, a la Cámara de Comercio y a la prensa. Y es que se corría por la parroquia un rumor equivocado que podría haber echado por tierra el proyecto. Asturmasa era de la misma opinión que el Alcalde, es decir, no veía "sustancia en el proyecto", pero tampoco quería cerrar las puertas a la posibilidad. Quien las ha cerrado, y de golpe, ha sido Barrick Gold.

El intermediario que negoció la instalación en el término municipal de Corvera de una fundación de cobre se mostró ayer atónito al conocer el desmentido de la empresa canadiense Barrick Gold, que niega tener planes de expansión en España. "Estoy flipado. ¿Timo de qué? Nadie pidió dinero a nadie", aseguró el empresario coruñés José Caamaño, de 50 años, quien afirmó estar abrumado ante las noticias y mostró su confianza en una pronta respuesta de la firma para poner fin a la incertidumbre. Caamaño participó en las negociaciones con el gobierno corverano, acompañado de los ingenieros José Luis Colao y Luis Suárez, socios ambos y con oficina en Gijón.

"Yo nunca hablé con Barrick, siempre fue a través de la ingeniería. Y los ingenieros me aseguraron que hoy mismo (por ayer) el grupo Barrick me iba a mandar un correo con información y el teléfono de la persona con la que tenía que hablar", apuntó Caamaño. Este periódico intentó ponerse en contacto con ambos ingenieros con resultado desigual. Suárez no se puso al aparato, y Colao espetó simplemente antes de colgar el teléfono: "El Ayuntamiento [de Corvera] es quien tiene que aclararlo, en lugar de tirar mierda para todos los lados".

La empresa canadiense Barrick Gold, a través de su director de comunicación, Andy Lloyd, desmintió que existiera un proyecto de fundición de cobre no ya para Asturias, sino incluso para España. "No tenemos planes actuales ni de futuro para desarrollar tal tipo de actuación", sentenció con rotundidad. Es más, Lloyd advirtió de que, aparentemente, "alguien ha estado haciendo circular falsas informaciones". La noticia del proyecto corverano saltó de la mano del propio gobierno local, comandado por Iván Fernández, que apostó por difundir las negociaciones aunque desde el primer momento habló del tema con cautela.

José Caamaño es el socio mayoritario y único de la empresa Chilena de Minerales que, según afirmó, fundó específicamente hace dos meses con el objetivo de poder realizar el supuesto encargo de Barrick Gold. No es la primera vez que Caamaño, animado por los ingenieros Suárez y Colao, media en la instalación de un negocio. En la provincia de Zamora el empresario defiende los intereses de la firma rusa Siberian Foreign Invesment para construir en Castrogonzalo un polígono que daría empleo a 3.000 trabajadores. La empresa que lo desarrollará es Siberian Trust S. L., una sociedad también de Caamaño que está pendiente de ponerla en marcha en el momento en el que se materialice el proyecto. Anteriormente Caamaño se dedicó, durante muchos años, al sector de la construcción, y fue el titular de la empresa castrillonense Casa Blanca Proyectos y Desarrollos Urbanos del Norte.

El desmentido de Barrick Gold pilló a Caamaño con el pie cambiado. Y es que, según aseguró, cuenta con los poderes y avales necesarios para representar a la empresa. Su contacto, el nombre que figura en la subrogación de responsabilidades, es el de Rodrigo Benítez Pereira, de la filial de Barrick Gold en Chile, la Compañía Minera Zaldívar, según pudo saber este periódico. Sus apellidos y nombre coinciden con los de uno de los hermanos de la que fuera ministra chilena de Medio Ambiente María Ignacia Benítez Pereira.

El caso de la supuestas inversiones privadas en Corvera echó a andar hace apenas dos meses, según ha sabido este periódico. José Caamaño, según su propio testimonio, había recibido poco antes el encargo de los ingenieros Suárez y Colao para encontrar una finca donde la multinacional Barrick Gold pudiera establecer una fundición de cobre y un polo de fabricación de productos secundarios. Caamaño, según su relato, lo halló en El Llano de Solís, en una cantera cuya propiedad está indirectamente relacionada con la compañía Asturmasa. Cuando cumplió su encargo, Caamaño se puso en contacto con la propia Asturmasa.

Pocos días después, el Ayuntamiento de Corvera recibió una llamada procedente de Asturmasa. Querían mostrar la ficha urbanística de la finca a los dos ingenieros. Esta ficha urbanística es pública y en ella se recogen los detalles del solar: su calificación legal, entre otras cosas. Los ingenieros descubrieron entonces que la cantera estaba calificada como suelo industrial, que se encontraba cerca de la autopista del Cantábrico y también del puerto de Avilés.

Se da la circunstancia de que los tres intermediarios habían acudido antes a la sede de la Autoridad Portuaria de Avilés para interesarse sobre las condiciones para invertir en terrenos portuarios. Tras recibir las explicaciones pertinentes, los tres intermediarios no volvieron.

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