Cada día que pasa, el conocido como "Cobremocho" se va oxidando sin remisión. Ni el Ayuntamiento de Corvera, ni la empresa Asturmasa y por supuesto tampoco la Compañía Minera de Zaldívar, en cuyo nombre se levantó un lío de grandes inversiones y problemas en el Llano de Solís, confían ya en una inversión que sólo defienden los intermediarios: "Estoy tranquilo y contento, todo se aclarará", señaló ayer mismo el empresario coruñés José Caamaño. Pese a ello, reconoció su descontento por la negativa del alcalde de Corvera, Iván Fernández, a mantener una videoconferencia con los supuestos inversores chilenos de la Compañía Minera de Zaldívar. "Lo que de verdad deseo es que Asturmasa presente la documentación, el proyecto salga para delante y esta gente no se acabe marchando; no era tanto pedir que el Alcalde mantuviera una conversación con ellos", añadió Caamaño. Se da la circunstancia, sin embargo, de que la Compañía Minera de Zaldívar niega que tenga proyectos en España y se desvincula del cargo y del nombre que presuntamente avala a Caamaño: Rodrigo Benítez Pereira, supuesto consejero delegado.

El alcalde de Corvera, que desveló el plan enarbolado por Caamaño y los ingenieros gijoneses José Luis Colao y Luis Suárez, aseguró a LA NUEVA ESPAÑA que no tiene nada más que hablar de la historia, y que si el proyecto sigue será porque las empresas Asturmasa o Chilena de Minerales, una empresa que existe desde hace apenas dos meses, presentan la documentación para desarrollarlo y los avales pertinentes.

Los socios de la compañía Asturmasa -que están relacionados familiarmente con la propiedad de la cantera en la que Caamaño puso sus ojos- aseguraron: "Nunca vimos sustancia en el proyecto". Pese a ello, la auxiliar asturiana sólo comenzó a sospechar de la inviabilidad del negocio cuando Caamaño pidió a Asturmasa que se hiciera cargo de los gastos del plan especial de Solís, un plan que habrían redactado previamente los dos ingenieros intermediarios y por el que pedían unos 300.000 euros. Los gerentes de la compañía Asturmasa decidieron entonces pedir otras ofertas porque el precio puesto por lo ingenieros les parecía excesivo. Sin embargo, no rompieron negociaciones y sellaron un preacuerdo de alquiler de los suelos de Solís (Caamaño rechazó previamente la posibilidad de comprar los mismos).

El empresario coruñés Caamaño -radicado en Avilés desde hace tiempo y dedicado a pequeñas obras- se presentó ante el alcalde de Corvera, Iván Fernández, amparado en un documento privado por el que un tal Roberto Benítez Pereira, en su calidad de consejero delegado de la Compañía Minera de Zaldívar, concedía a Caamaño un poder para que pudiera negociar en su nombre la "construcción de una planta para fundición y procesamiento de cobre catódico de alta pureza". El responsable de prensa de la Compañía Minera de Zaldívar, Ivo Breskoviç, ha confirmado a este periódico que la empresa minera chilena carece en su organigrama de consejero delegado y, en consecuencia, aseguró desconocer la identidad de Roberto Benítez Pereira, que no puede hacer uso de ese cargo "porque no existe". O sea, el documento privado de Caamaño -un folio redactado sobre un folio corporativo- alimenta todas las sospechas.

La chilena Compañía Minera de Zaldívar está participada por la corporación canadiense Barrick Gold a través del grupo Barrick Sudamericana, que a finales del pasado mes de julio vendió a la empresa Antofagasta la mitad de su participación en la explotación de cobre chilena con el fin de hacer frente a deudas corporativas.

La inversión en el Llano de Solís, de momento fallida, se anunció como una oportunidad para la creación de más de 200 puestos de trabajo directos y medio millar, indirectos. Caamaño habló siempre de 90 millones de euros para hacer frente a los gastos de la puesta en marcha de esta explotación a la que seguiría un polo de desarrollo de productos de cobre secundarios. La oposición corverana reclama explicaciones al gobierno local por posibles negligencias.