"Nadie tiene más sentimientos de pertenencia en esta realidad diversa que es España que un asturiano, esté donde esté, en cualquier lugar del planeta. Mucho más que un andaluz, o alguien de cualquier otra comunidad". El expresidente del Gobierno, Felipe González, ofreció ayer un generoso discurso de dos horas en Avilés, en el marco de la Escuela de Verano de la UGT, y destacó de este modo la identidad de los asturianos. Los sentimientos de pertenencia fueron uno de los hilos argumentales de su tesis, centrada en las políticas sociales europeas, ya que González encuentra en los nacionalismos, que es la vertiente independentista de ese sentimiento, una de las amenazas del futuro de la Unión. "El nacionalismo por definición es siempre excluyente, tarda en enseñar la patita pero al final la enseña", advirtió.

González criticó duramente tanto el afán independentista de Cataluña como la forma que tiene Mariano Rajoy de intentar reconducir la situación. "El choque de trenes entre Artur Mas y Rajoy es parte del problema, y las decisiones que está tomando el PP, ahora con el Tribunal Constitucional, no son política de Estado, sino de votos", apuntó. Para Felipe González, Artur Mas "ya no es presidente de la Generalitat ni interlocutor válido, ahora es el número cuatro de una lista cuyo único elemento de cohesión es lo que ellos llaman desengancharse de España". Respecto al papel del Gobierno del Estado, González lanzó un aviso para navegantes: "España se puede gobernar un rato sin contar con los catalanes, pero se gobierna mejor contando con ellos y es muy difícil de gobernar contra Cataluña, eso entra en crisis tarde o temprano". Y las consecuencias de una secesión serían negativas para todos, afirmó.

"El nacionalismo catalán se ha desviado hacia una aventura soberanista nacionalista, eso es verdad, pero también lo es que han ayudado a la gobernanza de España. Y el que diga lo contrario está mintiendo. Incluso han ayudado a la democracia de España del gobierno del señor Aznar cuando aprendió a hablar catalán en la intimidad".

Pero a renglón seguido dio un tirón de orejas a Rajoy: "Yo no hubiera hecho un viaje a Alemania para que fuera Merkel la que dijera que la integridad territorial es fundamental como argumento para evitar aventuras separatistas. Honradamente tengo un cierto orgullo, nuestros problemas los tenemos que resolver nosotros. No tenemos que ir a la nueva Roma a reclamar como súbditos que nos echen una mano".

Junto a los nacionalismos, otro elemento de distorsión que encuentra el expresidente son las "propuestas de utopía regresiva". Esto es, los proyectos que se basan en "la suma aritmética de todas las indignaciones", en referencia a movimientos como Podemos. Eso conduce a situaciones como la que atraviesa Grecia, según afirmó González. "Alexis (Tsipras) consiguió de Europa una oferta mucho mejor de la que uno podía imaginar. Hace el referéndum y dice que no. Al final los socios europeos le ofrecen sólo cuarto y mitad, y él dice que no tiene más remedio que aceptar. Porque lo de Putin eran juegos florales, no tenía ninguna alternativa. Él no se ha caído del caballo, como Pablo el de Tarso, sino que se ha despeñado". Con afirmaciones de este tipo se entiende que el propio Felipe González advirtiera, al inicio de la charla: "Cuando públicamente digo algo, se arma un cierto lío".

En su repaso por la situación de Europa en un modelo global que ya no se atiene a las reglas de décadas pasadas, el ponente echó por tierra la idea de que España "dejó de ser el enfermo de Europa que dejó Zapatero para ser el motor de Europa que más crece". Según González, eso es falso. "Somos un país rescatado low cost. Los hombres de negro de los que hablaba Montoro, en forma de Troika, siguen viniendo por aquí". Afirmó además que, al igual que Alemania, "con o sin reforma laboral, la única contribución de las reformas del Gobierno al remonte de la economía española en términos de competitividad ha sido la devaluación salarial". Una devaluación que produce "pérdida de dignidad" y que propone combatir ligando la retribución salarial y la productividad. "No obstante, la redistribución vía salarios no será suficiente para ir disminuyendo la desigualdad que genera la globalización. La otra parte con la que podemos trabajar es con la redistribución indirecta de ingresos: servicios sociales de carácter universal, bien ordenados y sostenibles; pero para financiarlos hace falta un excedente fiscal, por tanto tienes que tener éxito en la competitividad".

Felipe González también abordó la "demografía dramática" de Europa, con un "envejecimiento que hace muy difícilmente sostenible el sistema". "Voy a decir una barbaridad. Hay 20 millones musulmanes que quieren salir de sus países, y Europa necesita a esos 20 millones. De aquí a 2050 habrá una parte insostenible de su población en eso que llaman de manera cursi tercera edad", advirtió. Y añadió: "Europa no va a producir los 20 millones de habitantes que necesita de aquí a 2050 para sostener el sistema. Es doloroso decirlo, pero los países de la vieja Europa ya hoy no podrían pagar las pensiones si no hubieran tenido un 10 o 12 por ciento de población inmigrada. Los inmigrantes despreciados y zaheridos por Marine Le Pen han hecho posible que se paguen las pensiones en la Europa rica".

Por último, dio algunas recetas. "Hace falta una gobernanza europea, un liderazgo europeo positivo, no inventarse utopías regresivas, sino enfrentar la realidad como es, condicionados por los cambios que se han producido. Para cambiar la política austericida de Europa por políticas de inversión hace falta tener una masa crítica". Esos cambios, añadió, sólo podrán tener su origen en la socialdemocracia.