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Los sindicatos insisten en el blindaje de las baterías de Avilés: "Ni tocarlas"

Las centrales anteponen la continuidad laboral de la plantilla y la cobertura de las necesidades de coque de Arcelor a cualquier otro uso de la parcela

Las baterías de coque de Avilés, con el edificio de servicios del Niemeyer en primer término. RICARDO SOLÍS

La aparente satisfacción con que fue recibida en algunos medios políticos avilesinos, como el gobierno socialista de la ciudad y el PP, la noticia de una millonaria inversión en la cabecera siderúrgica de Gijón para construir unas nuevas baterías de coque que podrían jubilar a las avilesinas y, de ese modo, liberar una bolsa de 366.160 metros cuadrados susceptibles de nuevos usos urbanísticos ha encendido las alarmas de las centrales sindicales, que se atribuyen el papel de defensoras a capa y espada de la actividad de la coquería. "Las baterías, ni tocarlas", vinieron a decir ayer varios líderes sindicales consultados por este diario sobre su opinión sobre el futuro a medio y largo plazo de la instalación. Los sindicatos lo tienen claro: la prioridad es la industria.

Iñaki Malda, el secretario de la Unión General de Trabajadores (UGT) en Avilés y de la sección sindical comarcal de Arcelor, hizo la siguiente reflexión: "Mientras no tengamos unas baterías de coque a pleno rendimiento que podamos tocar con los dedos y mientras las nuevas instalaciones (de Gijón) no absorban el personal de las de Avilés, la coquería de Avilés no se cierra".

Malda recordó que el Ayuntamiento de Avilés aprobó en un Pleno alargar la vida de las instalaciones ubicadas en la margen derecha de la ría de manera indefinida dada su importancia capital (fabrican el combustible que alimenta los hornos altos de la empresa). Al margen de eso, Malda aplaudió el anuncio inversor de la compañía: "Me parece correcto lo que dijeron. Las baterías de Avilés están produciendo a tope y tienen que seguir así. De momento sabemos muy poco de las nuevas. No sabemos si con las de Gijón tendremos suficiente carbón, si demasiado o si es poco".

Precisamente porque el escenario siderúrgico sigue poblado de incógnitas en lo que respecta a la producción de coque, el secretario general de la sección sindical de CC OO en Arcelor de Asturias, José Manuel Castro, apela a la prudencia y rechaza hablar siquiera de la hipótesis del cierre del las baterías avilesinas una vez que entren en funcionamiento las nuevas de Gijón. "De las baterías de Avilés dependen entre 450 y 500 empleos e ignoramos qué pasará con ellos cuando abran las de Gijón. Por la experiencia de otras coquerías construidas recientemente, al ser más modernas son capaces de funcionar con menos personal, de lo que se deduce que en un hipotético traslado de la plantilla a Gijón no habría sitio para todos los trabajadores. Y no sólo eso, ¿qué pasaría con la gente de los talleres y de las empresas auxiliares?", declaró el sindicalista dando a entender que es "muy prematuro" hablar del cierre de las baterías avilesinas.

Pero no sólo es el empleo, es que en CC OO tienen sus dudas de que con la capacidad de producción de las baterías a construir en Gijón se consiga cubrir la demanda de coque de los hornos altos. Otro interrogante que plantea Castro es cómo supliría Arcelor la provisión de gas que ahora le brindan las baterías para usar de combustible en instalaciones como el tren de bandas en caliente. "La siderurgia asturiana aspira a ser autosuficiente en su consumo de coque y a comprar la menor cantidad posible de gas, porque de lo contrario los costes se verían afectados y, en consecuencia, la rentabilidad. Y para lograr eso es posible que las baterías de Avilés tengan que seguir funcionando", reseñó el portavoz de CC OO.

El secretario comarcal de la USO, Israel Castro, ve "interesante" la continuidad productiva de las baterías de Avilés "así sea solo por su impacto en el empleo". Y por eso es partidario de "no precipitarse en las declaraciones ni acelerar la toma de decisiones orientadas a convertir las baterías en un solar para proyectos alternativos de dudosa rentabilidad".

En todos los casos, las centrales sindicales recalcan que la continuidad de la actividad de baterías no tiene por qué estar reñida con la calidad ambiental; y en ese sentido se muestran exigentes con el control de la emisiones y la adopción de medidas correctoras cuando así se determine por parte de la autoridades.

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