Cada colada de la acería de Tabaza, el "corazón" de la siderurgia asturiana, pesa de media unas 280 toneladas; ese acero líquido que mana del convertidor se corta en forma de planchas cuyo peso oscila entre 15 y 20 toneladas, piezas que se transforman en chapa o raíles (en el caso de la acería de Gijón) a su paso por los trenes de laminación o perfilado. Así es, a grandes rasgos, el proceso siderúrgico integral que desarrolla Arcelor en Asturias, una empresa que primero fabrica acero en bruto y luego lo convierte en producto semiacabados.
Fruto de la alianza de la multinacional del acero y de la Fundación ITMA -que ha cristalizado en la llamada Manzana del Acero- ese mismo proceso que consume importantes cantidades de recursos en forma de materiales, mano de obra y energía estará al alcance de los investigadores, pero a escala "doméstica". El plan a poner en práctica, según ha podido saber este periódico, consiste en miniaturizar con ayuda de maquinaria a escala el proceso siderúrgico antes descrito, de modo que en un pequeño taller y con consumos significativamente más pequeños que en las plantas industriales se puedan fabricar aceros experimentales, laminarlos o perfilarlos según las necesidades y, posteriormente, hacer ensayos de eso prototipos. Así, en vez de coladas de 280 toneladas, el horno de fundición de esta futura siderurgia en miniatura entregará dosis de acero líquido a razón de 150 kilos como máximo; y los planchones de 15 toneladas verán reducido su peso hasta mil veces.
"La miniaturización del proceso siderúrgico, aparte del evidente ahorro en costes, permite valorizar la cadena de I+D y facilitar la traslación al producto real de las formulaciones matemáticas sobre nuevos aceros. Y es que de no hacerlo así tendríamos un problema irresoluble para avanzar en la investigación siderúrgica puesto que es impensable que la acería de Tabaza se ponga a nuestra disposición para hacer una colada experimental; ya no solo es que la operación tendría un coste inasumible, sino que la acería tendría que dejar de hacer su trabajo ordinario", explica Íñigo Felgueroso, director del centro tecnológico del acero de Avilés y guía de LA NUEVA ESPAÑA por una visita realizada a las entrañas de la Manzana de Acero.
