Un grupo de avilesinos retrocedió ayer 81 años en el tiempo para situarse mentalmente en 1934 y vivir a través de los relatos del historiador Pablo Martínez Corral la evolución del movimiento revolucionario obrero en la ciudad. Unas doscientas personas participaron, de la mano de la asociación "La Trókola" en un paseo guiado por diferentes escenarios urbanos que protagonizaron la revuelta de la clase trabajadora, preludio de la guerra civil.

"Vinimos para conocer la historia, la que me contó mi abuela y bisabuela, mujeres viudas que relataban hechos muy tristes vividos en la familia porque eran del ramo de los perdedores", apuntaba una de las participantes del recorrido que partió de la calle La Ferrería (entonces Pinar del Río), donde se ubicaba la Casa del Pueblo (hoy un centro dependiente de la Consejería de Bienestar Social).

Momentos antes de iniciar la marcha y con el micrófono en mano, Martínez Corral, junto a Carlos García Rubio, ambos de "La Trókola", explicó cómo se gestó la actividad ayer desarrollada y su interés por ahondar en la repercusión que tuvo la Revolución del 34 en la ciudad. "El año pasado nos dimos cuenta de que Avilés era la gran olvidada y de que además de en las Cuencas y en Oviedo, la ciudad tuvo su importancia. Al rescatar en El Ferrol archivos históricos militares sobre el impacto de la revolución vimos que hubo 800 personas implicadas y que en el Ayuntamiento había cien defendiendo el orden legal", comentó el historiador antes de invitar al público a emprender rumbo hacia el parque del Muelle, la estación del Norte, Sabugo, la calle Cabruñana y el Ayuntamiento, los escenarios más relevantes de la revuelta.

"Este tipo de actividades son necesarias para informar a la gente de lo que ocurrió en Avilés y honrar el nombre de quienes lucharon por las libertades y sufrieron sus consecuencias. Vivimos en un lugar y no conocemos su historia", comentaba Rodrigo Suárez mientras caminaba hacia el espacio verde para situarse frente al quiosco de la música y escuchar que en ese punto a la vera de la ría se repartían entre los distintos grupos revolucionarios las pistolas "César" que compraba el Partido Socialista y llegaban desde el periódico "Avance".

"El parque fue un lugar de refriegas. La guerra de guerrillas se movía en este espacio y aquí se desencadenó el primer combate, que tuvo lugar el 5 de octubre con la toma del Café Colón, situado en el entronque de la calle de La Muralla con el Muelle", relató Pablo Martínez Corral, que también habló de la casa de Eduardo Hidalgo -conocida como el Gran Hotel- y ocupada por los revolucionarios al ser un lugar estratégico.

"Me alegro de haber venido a este encuentro. Aunque soy de Avilés y mi abuelo me contó historias de la Revolución del 34 y de la guerra civil, desconocía muchos de los relatos y pormenores que estoy escuchando. Me sorprende que hayan sucedido en espacios y edificios por lo que paso a diario. Tenemos la historia ante nuestros ojos y sabemos muy poco de ella; ¡qué pena!", manifestaba María Martínez, que acudió a la cita con una amiga.

"La Trókola" denominó la ruta de ayer "Los pimientos rojos" en recuerdo a los revolucionarios que se hicieron con las latas de verdura almacenadas en las naves de Balsera y con las que, a falta de granadas, fabricaron bombas de mano. Y es que estas edificaciones construidas en 1910 por Fernández Balsera y a día de hoy sin uso fueron utilizadas por las fuerzas proletarias para levantar un fortín. Y en él se atrincheraron con los materiales allí disponibles.