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La llamada que no cambió el PP

El largo silencio de Mercedes Fernández sobre la crisis avilesina descoloca a los detractores de Maniega y paraliza el partido a mes y medio de las generales

Mercedes Fernández observa a Joaquín Aréstegui en un mitin del PP celebrado en Avilés hace tres años y medio. MARA VILLAMUZA

Poco antes de las diez de la mañana del pasado sábado, víspera de Difuntos, Mercedes Fernández se puso en contacto con Joaquín Aréstegui para exigirle que dejase la presidencia del PP de Avilés por la publicación en este diario de una parte del sumario del "caso Pokémon" en la que figura como presunto receptor de favores por valor de 108.357,43 euros a cargo de la empresa Aquagest. La líder regional esperaba una llamada en sentido contrario pero, como no llegaba, tiró ella de móvil. La conversación fue a cara de perro. Fernández pidió a Aréstegui, con 22 años en el cargo a sus espaldas, que su renuncia se hiciera pública en cuestión de horas, y no de días. Pero, contra todo pronóstico, en el tenso tira y afloja, renunció a imponer una gestora y aceptó que su sucesor fuera elegido por la junta local. Es decir, dejaba el relevo en manos del propio Aréstegui y, a la vez, daba al traste con los deseos de cambio radical que, desde hace tiempo, solicitaban varios concejales, entre ellos su portavoz, Carlos Rodríguez de la Torre, al que ella convenció a finales de 2014 para que entrara en política como candidato a la Alcaldía. Apenas 72 horas después de esta llamada, Aréstegui era sustituido por Carmen Rodríguez Maniega, su mano derecha. Desde entonces, el partido vive en la zozobra.

Porque casi nadie, beneficiado o perjudicado, se explica las motivaciones de Mercedes Fernández para permitir que el entorno de Aréstegui, claramente debilitado tras la publicación del sumario y con el que mantiene una gélida relación desde hace meses, siga controlando el aparato, en abierto enfrentamiento con parte del grupo municipal. Una incertidumbre engordada por el prolongado silencio de la propia líder regional del PP, que no ha hecho ni una sola declaración pública sobre la crisis avilesina a lo largo de esta semana (se limitó a negar una entente para la elección del nuevo presidente durante una rueda de prensa el pasado lunes), ni tan siquiera para referirse a la elección de Rodríguez Maniega como presidenta.

Esta gestión ha hecho aflorar variopintas tesis que tratan de explicar, ante la ausencia de argumentación oficial, las claves del "acuerdo" entre Fernández y Aréstegui. Para algunos, la presidenta del PP asturiano habría descartado una gestora ante el temor a una revuelta en la tercera junta local de la región a tan sólo mes y medio de las elecciones generales. Otros van más allá y creen que eludió esta medida excepcional por la reciente mala experiencia de Gijón, donde el partido se fracturó aún más y estuvo a punto de convertirse en un solar. Y también hay quien opina que ha decidido guardarse la carta de la gestora para, llegado el caso, jugarla en Oviedo, ante la complicada situación de Agustín Iglesias Caunedo a cuenta también de su aparición en el sumario de la vertiente asturiana de "Pokémon".

Por último, en las filas locales del PP ha cogido fuerza en los últimos días la creencia de que la presidenta autonómica de la formación no negoció con Aréstegui desde la posición de fortaleza que se le podría suponer. Es decir, que en las conversaciones que derivaron en la renuncia a la gestora pesaron poderosamente elementos que tienen que ver con el propio sumario de "Pokémon" y que afectan a numerosos dirigentes del partido. Desde este punto de vista, una decisión tajante en Avilés obligaría a tomar otras de la misma intensidad en varios frentes, con el elevado coste que esto conllevaría a las puertas de unos comicios.

Al margen de hipótesis, la elección de Rodríguez Maniega ha abierto una crisis interna en una formación acostumbrada al cainismo desde hace años. Tres de los seis ediles, entre ellos el portavoz, no acudieron a la junta local que oficializó el nombramiento como presidenta de la diputada nacional y, en buena medida, se sienten desprotegidos por la dirección autonómica, de la que esperaban otro procedimiento. Esta ruptura amenaza a corto plazo con una bicefalia que podría bloquear la actividad del partido en la ciudad.

Para evitar este colapso, los concejales contrarios a Rodríguez Maniega han dejado ya claro que exigirán plena autonomía para su trabajo en el Ayuntamiento. La nueva presidenta, además, inicia su andadura sin el respaldo público de la dirección regional, así que deberá distanciarse paulatinamente de Aréstegui si quiere granjearse el favor de Mercedes Fernández, empresa que se presenta a priori complicada. Por eso, las dos facciones latentes hasta ahora han entrado, tras esta tumultuosa semana, en una incómoda espera. Huérfanos de alguna directriz que les saque del marasmo.

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