La negativa de la Consejería de Cultura a permitir una excavación arqueológica de urgencia en el castro de Podes ha llevado ahora al arqueólogo responsable del proyecto, Alfonso Fanjul, a pedir permiso para un proyecto de prospección. "Pretendo, al menos, recoger los materiales que están en superficie para su estudio. Eso sería suficiente para rescatar los materiales que pueden caer este invierno y nos daría unas primeras claves de la vida en el castro, junto a algún análisis complementario", aseguró ayer el especialista.

Fanjul había reclamado permiso para actuar de urgencia en una zona especialmente azotada por la erosión marina, pero Cultura considera que lo prioritario es realizar actuaciones para la protección y estabilización de los frentes afectados por dicha erosión. Sin embargo, desde que el arqueólogo urgió la actuación hasta ahora, el mar ya se tragó un conchero prehistórico, que incluía fragmentos de cerámica prerromana. Es más, desde su solicitud lleva tres meses esperando una respuesta de la administración, sin más que una comunicación verbal, "donde el técnico veía problemas pero que aparentemente podían solucionarse".

"No entendemos la postura de Cultura por varias razones. En el proyecto venía un apartado específico relativo a la postexcavación, y ya especificábamos que se iba a poner una red metálica para que se sostuviera durante bastante tiempo", explicó Fanjul. Y añadió: ¿Por que ahora dice la comisión de Patrimonio que no cumplo los requisitos técnicos exigidos, cuando el año pasado se nos permitió una actuación similar en Teverga, con grandes resultados?"

En el caso de Teverga aparecieron unos restos prehistóricos en unas huertas del municipio donde se construyó una pequeña pista. "Solicitamos intervenir de emergencia con unos sondeos como aquí, con una investigación autofinanciada igual que aquí; se nos autorizó y realizamos un estudio muy completo donde participaron muchos especialistas, incluso de la Universidad de Oviedo, y obtuvimos grandes resultados: eran los restos de una granja de la edad del hierro, una de las pruebas de que los astures no vivían sólo en castros sino que también tenían granjas". Los resultados de este estudio están a punto de presentarse. "Si entonces todo estuvo bien para la Consejería, ¿por qué ahora no?"

Lo que lamenta el arqueólogo es que la demora en los permisos ya haya dado al traste con parte de los materiales del yacimiento gozoniego. Y así, respecto a las cientos de conchas que había hace solo unas semanas, apenas quedan ahora una decena de ellas. "Y además había también un tipo de molusco que los habitantes del castro utilizaban para hacer tinte, y que permitiría estudiar otros aspectos de la vida de los astures", añadió Fanjul.