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La figura de la semana | LAUREANO VÁEZ | Tramoyista del teatro Palacio Valdés, deja el trabajo para prejubilarse con 61 años

Abajo el telón

Uno de los artífices de la buena fama nacional que tiene el odeón avilesino se retira, después de 20 años oculto entre bambalinas, con el montaje de "Tom Sawyer, detective"

Abajo el telón

Primero vendió coches usados, después componentes electrónicos y, al final, Laureano Váez no vendió nada: se hizo maquinista (tramoyista) del teatro Palacio Valdés y regaló ilusión a raudales. Antes de ayer pasó al cuerpo de prejubilados. "Tengo 61 años. Llevo 42 años trabajando. Ya está bien, ¿no?", se justifica. Atiende a LA NUEVA ESPAÑA en el cuarto de la plancha del odeón local, en el que entró a trabajar en enero de 1995, cuando el teatro todavía olía a nuevo (se reabrió en noviembre de 1992). "Estamos montando ahora 'Tom Sawyer, detective', será la última a pleno rendimiento", recalca el maquinista. Sin embargo, no será su última función: "Como me retiro parcialmente, tengo que echar 260 horas todavía más al año. He quedado con Javier Fernández (el jefe técnico) en que volveré únicamente para trabajar en las funciones del teatro", recalca. Y es que Váez ha combinado en estos últimos veinte años el montaje de espectáculos teatrales, de danza y de ópera, con el mantenimiento de la red de centros culturales del Ayuntamiento."A partir de ahora sólo estaré detrás del telón", declara.

Váez es una especie de pequeña leyenda dentro del negocio. Y lo es, sobremanera, por un dibujín reiterativo que ha viajado por todo el mundo: una especie de gran acento sonriente y naïf que declara a los cuatro vientos cuánto le encanta a su autor el trabajo que tiene. Se trata de una caricatura que adorna los decorados que monta cada semana sobre las tablas del teatro avilesino. Hasta hay una página de fans en Facebook que lo homenajea: "Yo también vi una escenografía con el dibujo de Laureano (Avilés)". Es cierto, hace mucho que no se actualiza, pero su huella es indeleble.

El maquinista del Palacio Valdés comenzó a trabajar en Avilés por iniciativa de Javier Fernández. Durante mucho tiempo fue pareja laboral de Arturo Fernández. "Hace un tiempo se nos sumó David de la Cruz y ahora me sustituirá Olegario Blanco", apunta. Todos juntos contribuyeron, en gran medida, a colocar al Palacio Valdés en la Primera División de los espacios escénicos del país. Pero ninguno de ellos se da un pijo de importancia. "Nos gusta este trabajo, nada más", dice Laureano Váez. Sin embargo, todos los directores, técnicos, actores o actrices que pasan o han pasado por el Palacio Valdés dedican aplausos a su equipo de técnicos. "Da gusto trabajar con ellos porque tengas el problema que tengas sabes que te lo van a solucionar", asegura el director y actor José Rico, uno de los más veteranos de la escena asturiana.

Confiesa ahora Váez -vecino de Gijón desde casi siempre, pero natural de Sama de Langreo, de la cosecha de 1954-, que cuando llegó al Palacio Valdés "no tenía ninguna experiencia en este trabajo". La tenía -y mucha: casi dos décadas- en la venta de componentes electrónicos. Y, alguna menos, en la venta de automóviles. "Esos son los tres trabajos que tuve y en ellos eché los 42 años que tengo cotizados", apunta. "La tienda cerró, así que me quedé en el paro. Por medio de un amigo supe que buscaban gente para el teatro de Avilés. Y hasta ahora", resume.

Váez estudió en los dominicos de La Felguera. "El instituto no. El mío es el Jovellanos de Gijón", subraya. Para entonces, la familia había cambiado la Cuenca por la capital costera. Muy pronto comenzó a trabajar. "Ahora mi vida tiene que ir por otro camino: aunque tenga que volver de vez en cuando por aquí", señala. El primer regreso intermitente será el próximo día 15. Para entonces está programado el dramón "Olivia y Eugenio", de Herbert Morote, un éxito inusitado de Concha Velasco.

Cuando se le pregunta por su trabajo más complejo, no lo duda: "El lector por horas", de José Sanchis Sinisterra, un monólogo de los grandes "con una enorme escenografía". A Váez, sin embargo, se le pierden en la memoria los títulos en los que ha trabajado. Es comprensible: más de cuarenta al año durante veinte años... "Cuando más trabajo tenemos es en agosto, que es cuando se junta una función con otra y a veces hemos tenido que dormir en el escenario", relata. En las Jornadas de Agosto -el germen de la programación general del Palacio Valdés- las funciones comienzan a las 22.30 horas y terminan "cuando terminan". Luego hay que recoger. "Y se hacen las tantas", apostilla. "Mirábamos el reloj y veíamos que a las ocho del día siguiente llegaba otro tráiler. No podíamos volver a casa. No quedaba más remedio que dormir en el teatro, ducharnos en los camerinos y empezar de nuevo la jornada", concluye. "Pero esos tiempos parece que se han acabado: los grandes camiones eran cosa de otros tiempos", se lamenta. El ejemplo más claro es "Tom Sawyer, detective": paneles móviles que forman un camarote o la casa de la tía Polly.

Laureano Váez tiene que dejar al periodista y regresar entre cajas. "Es que vamos a hacer un ensayo general", se disculpa. Su penúltimo ensayo general fue el de "El tragasueños", la primera de Joven Escena. "Ese día me sacaron a escena, pero yo soy másd de estar detrás", recalca. Hoy no. Hoy la noticia es él.

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