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JOSÉ LUIS ALONSO MARCHANTE | Autor de "Menéndez, el rey de la Patagonia"

"Nadie hace fortuna sin pisar a alguien: José Menéndez traspasó varias rayas"

"No existe ninguna carta en la que el mirandino lamente el exterminio de los ona, su hombre de confianza se jactaba de haber matado a muchos"

José Luis Alonso Marchante, en su biblioteca.

El escritor José Luis Alonso Marchante (Gijón, 1971) publicó en 2014 "Menéndez, el rey de la Patagonia", una apabullante biografía del empresario mirandino José Menéndez (1846-1918) en la que saca sus peores vergüenzas: la acumulación ilegal de tierras, la explotación de sus trabajadores hasta extremos inusitados y el genocidio de los indios ona, los nativos de la Tierra del Fuego, en el fin del mundo. Su libro ha tenido cinco ediciones: cuatro en Chile, una en Argentina y este mismo año la editorial Losada lo publicará en España. Alonso Marchante es autor también de "Muerte en Somiedo" (Azucel, 2006), una monografía sobre la Guerra Civil en el concejo asturiano. "Menéndez, el rey de la Patagonia" opta al "International Latino Books Awards" en categoría de historia. El autor atiende a LA NUEVA ESPAÑA por teléfono mientras toma un café en un bar en Madrid, ciudad en la que vive y trabaja como economista.

-¿Cuándo descubrió a José Menéndez?

-Fue en Buenos Aires. Viajé a la capital argentina y, como asturiano de toda la vida, me acerqué al Centro Asturiano. Es inmenso y eso daba buena cuenta del poderío de los emigrantes que habían fundado aquella institución. Me enseñaron el Centro y en la visita descubrí un busto dedicado a José Menéndez, el llamado rey de la Patagonia. Me entró la curiosidad. ¿Quién era aquel tipo?

-¿Y quién era?

-Tiene una historia escondida. Nadie hace fortuna sin pisar a alguien: José Menéndez traspasó varias rayas.

-Cuente.

-Tres en concreto: acumuló tierras, cuando eso era ilegal; explotó a sus empleados y ordenó la muerte de los indios ona. Entre 3.000 o 4.000 personas.

-Una barbaridad.

-Eso mismo pensó yo. Cuando inicié mi trabajo pensaba que iba a escribir la biografía de un Rockefeller asturiano, el indiano que de la nada hizo fortuna y la devolvió a su lugar de origen. Muy pronto, sin embargo, descubrí que todo eso tenía que ver poco con lo que verdaderamente sucedió. Viajé en a varias ocasiones a la Tierra de Fuego, a Punta Arenas... Me preguntaban quién era. Decía que un español investigando a Menéndez. Y comencé a observar malas caras. José Menéndez no dejó buen recuerdo en esa parte del mundo.

-Hablemos del resultado final: del libro.

-Es un estudio histórico al uso, con la particularidad de que he procurado escribir con un lenguaje que sea asequible para todos. No obstante, hay más de 370 notas a pie de página y una larga bibliografía. Cualquiera que busque ahondar en la figura de Menéndez tiene el camino andado.

-Su editorial, además, le presenta a un premio de relumbrón.

-Cuando terminé de escribir el libro me vi en la tesitura de encontrar editor: un asturiano que escribe sobre un asturiano que hizo fortuna en dos países como Argentina y Chile. Desde Catalonia, en Chile, me escribieron diciéndome que el libro era fabuloso y querían publicarlo. Lo hicieron hace un año y pico. De entonces acá hemos hecho cinco ediciones, una de ellas en Argentina. He vendido más de 12.000 ejemplares y se ha descargado no sé cuántas veces en su versión digital. Todo esto es lo que les ha llevado a presentar la candidatura de mi libro al "Latino Books". Se falla este año. Si ganamos, se abre la posibilidad de que se traduzca al inglés. Ya estamos negociando su versión en francés. No puedo estar más contento.

-Volvamos a Menéndez, al indiano.

-Por supuesto. Estamos hablando del protagonista de una historia que, como quien dice, ocurrió ayer: entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. No se trata de una historia de Colón o Hernán Cortés. El libro comienza en Miranda y concluye en la Patagonia en 1921, tres años después de su muerte. Menéndez era ganadero, entre otras cosas. Realizó grandes inversiones tanto en Chile como en Argentina. Bancos, compañías de seguros, supermercados... Todo eso ahora lo controlan las distintas ramas de la familia. Tuvo 8 hijos. Imagínate.

-Pero uno, ya lo decía antes, no se hace millonario sólo por saber invertir en negocios prósperos.

-La gran ambición es una característica lícita de los empresarios, pero no lo es cometer ilegalidades para saciarla. Menéndez lo hizo. Las leyes de la época limitaban a 20.000 hectáreas la superficie máxima en manos de una única familia. Menéndez acumuló millones por medio de testaferros, sociedades entramadas... Pero eso no fue lo peor. La acumulación de tierras chocó con sus habitantes: los 3.000 o 4.000 indios ona que vivían de los guanacos, una especie de llamas, de los aborígenes se alimentaban y se vestían. Cuando llegaron las alambradas y las ovejas, los guanacos se perdieron. Así que los ona empezaron a pasar hambre y, en consecuencia, a matar ovejas. José Menéndez entonces ordenó a sus capataces que acabaran con los que consideraba intrusos. Lo hicieron de tal manera que casi los exterminan.

-¿Menéndez o los capataces?

-Menéndez, claro. No existe ninguna carta suya en la que lamente el exterminio de los ona. Alexander MacLennan, un escocés, fue su hombre de confianza. Cuando se retiró le regaló un regalo con una inscripción: "A mi fiel colaborador". Existe constancia de que MacLennan se jactaba de los indios a los que había dado muerte. Si fuera cierto que los hombres de Menéndez se extralimitaron, ¿cuánto habrían durado en su puesto?

-¿Cuál era el trato de Menéndez hacia sus empleados?

-En 1921, después de su muerte, se produjeron en sus estancias los fusilamientos de los que se atrevieron a pedir mejoras.

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