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Concienciados a regañadientes

Las empresas que trabajan en el Puerto asumen con resignación las crecientes exigencias ambientales, "insólitas en otros lugares y más fuertes que nunca"

"Explotamos más almacenes de carbón como éste de Avilés en otros puertos españoles y en ninguna parte hemos sido objeto de unas exigencias ambientales tan exhaustivas como aquí". Son palabras de Carlos Goenaga Santarén, director de operaciones de García-Munté Energía, la última empresa carbonífera que "fichó" por el puerto de Avilés y a la que se le deben 700.000 toneladas de tráfico portuario en 2015, el 14 por ciento de toda la actividad comercial de los muelles.

El responsable de García-Munté, ayer desplazado a Avilés para dar cuenta a la consejera de Medio Ambiente del Principado, Belén Fernández, de las iniciativas ambientales de su empresa, habló sin rencor, pero también sin tapujos, de las condiciones a cumplir para contaminar lo menos posible: "Vamos a invertir más de dos millones de euros para, entre otras medidas, construir un cierre perimetral de 1,5 kilómetros y cuatro metros de alto que minimice la dispersión de partículas en suspensión fuera de la parcela que ocupamos en el puerto. Desde luego, nunca hasta hoy habíamos sido exigidos de este modo".

La de García-Munté, con todo, no es la mayor inversión privada de tipo ambiental realizada en el área portuaria avilesina; Asturiana de Zinc (Azsa) gastó recientemente once millones de euros para construir un gigantesco tinglado con capacidad para tener almacenado bajo techo (y por tanto sin posibilidad de levantar polvo) el 80 por ciento del mineral que importa cada año y que totaliza más de un millón de toneladas. Asimismo, el gigante del cinc mejoró el procedimiento de descarga de los barcos para reducir las emisiones a la atmósfera y cubrió con capotas todas sus cintas transportadoras, que miden varios kilómetros. Ayer, dio cuenta de todo este esfuerzo el director de la fábrica de Azsa en San Juan de Nieva, Jaime Arias.

Los nuevos protocolos en materia ambiental y las crecientes exigencias generaron hace ahora dos años una gran preocupación y malestar en el seno de las empresas que operan en los muelles, temerosas de que todos los cambios que se les anunciaban se tradujeran en un incremento del capítulo de gastos; alguna incluso amenazó con "emigrar" a otro puerto. Lo cierto es que, mal que bien, todas van pasando por el aro y hoy en día apenas constan protestas del colectivo empresarial, aparentemente sensibilizado con la cruzada que han emprendido el Puerto y el Principado para mejorar la calidad del aire en el área industrial de Las Arobias.

Por la parte que le toca a la Autoridad Portuaria, ayer se pasó revista a varios equipamientos adquiridos para paliar la contaminación y que han entrado en funcionamiento recientemente: pantallas "atrapa-polvo", cañones de riego, nebulizadores, una máquina de lavado de ruedas, separadores de hormigón para aislar materiales pulverulentos...

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