La eurodiputada castrillonense de IU Ángela Vallina, convaleciente de una operación para reconstruirle el tobillo que se rompió al resbalar y caer al suelo el pasado viernes, permanece sedada e ingresada en planta en el Hospital San Agustín, en cuyo servicio de Urgencias fue protagonista de un sonado escándalo trufado con malos modos, la negativa a apartar el coche para dejar paso a una camilla en la que iba una mujer en estado grave y el presunto estado de embriaguez que, según testigos, presentaba tanto ella como su marido, Basilio G. C. La exalcaldesa de Castrillón no atendió ayer a las llamadas telefónicas de este diario, pero sí habló su abogado, Jorge Castellano, quien admite que a la puerta de Urgencias hubo "una diferencia de parecer con personas que no llegaron a identificarse sobre el estacionamiento del vehículo que trasladó a Vallina al hospital".

El abogado defiende que "ninguna otra de las circunstancias relatadas por LA NUEVA ESPAÑA y atribuidas de forma genérica a testigos presenciales tiene más carácter que meros juicios de valor en absoluto avalados por la realidad". No obstante, la otra parte insiste en la veracidad de lo ya declarado el viernes: que Vallina y su marido, en aparente estado de embriaguez, aparcaron su coche obstaculizando el trabajo del personal de las ambulancias, que se negaron a quitarlo, que exigieron de malos modos atención prioritaria y que adoptaron una actitud increpante y amenazante al punto de que fue necesario llamar a la Policía Local para evitar males mayores.

El abogado de Vallina admite que los agentes de Policía requirieron a Basilio G. C. para su identificación y para preguntarle si era el conductor del coche una vez que éste había sido aparcado en las plazas de estacionamiento existentes al efecto tras el ingreso de Ángela Vallina en el servicio de Urgencias. Los sanitarios protagonistas del rifirrafe también recibieron la visita de los policías, que les preguntaron si deseaban denunciar los hechos, cosa que rechazaron "pues desgraciadamente estamos tan acostumbrados a ser objeto de insultos e increpaciones que parece ir con nuestro sueldo", según manifestó ayer a este diario uno de ellos.

Según la versión del letrado de la política castrillonense ahora destinada en Bruselas, "los únicos hechos contrastados son la rotura del tobillo de Ángela Vallina, a la que le han puesto siete tornillos y una placa en la articulación dañada".