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Avilés tiene gusano propio

Dos científicos descubren en el cañón marino una especie de anélido única en el mundo, sin visión, con mandíbulas calcificadas y surgida hace millones de años

Avilés tiene gusano propio

Avilés tiene un gusano propio, único en el mundo y desconocido hasta hace unos meses para la ciencia. Se llama "Paradiopatra florencioi" y habita en la intrincado complejo de cañones frente a la costa de la comarca al menos desde hace unos 500 millones de años, cuando ocurrió la explosión cámbrica. Este período, que se incluye dentro de la era paleozoica, produjo el estallido de vida más intenso jamás conocido. Así lo atestiguan las mandíbulas calcificadas que presenta el "Paradiopatra florencioi" descubierto por los investigadores Andrés Arias y Hannelore Paxton, de los departamentos de Biología de Organismos y Sistemas de las universidades de Oviedo y Sydney (Australia), respectivamente. Ambos científicos acaban de publicar su trabajo en la revista "Zootaxa".

El "meruco" avilesino es del grupo de los anélidos marinos poliquetos. Se trata de un animal relativamente pequeño -cinco centímetros de largo y menos de dos milímetros de ancho- y se caracteriza por vivir en una especie de tubo que él mismo construye. "Su vida es sedentaria. Sale del tubo para alimentarse y vuelve a casa. Suele vivir enterrado en fondos blandos que hacen que esas capas se oxigenen. Por este motivo donde hay muchos 'paradiopatra florencioi' hay más diversidad", explica el científico Andrés Arias, que se fijó casi por casualidad en este gusano marino cuando analizaba muestras extraídas del cañón de Avilés, concretamente del talud continental que alcanza entre 500 y 1.000 metros de profundidad.

El "Paradiopatra florencioi" vive un máximo de cuatro años. Tiene el cuerpo blando y relativamente flexible y puede llegar a tener hasta unos cien pares de patas. Presenta también antenas, no demasiado largas, y como curiosidad, carece de ojos. Su mandíbula, además, está calcificada. "No se sabía que existía este animal. Cuando comenzamos a identificar la fauna de los gusanos descubrimos que no había ninguna referencia con estas características y nos dimos cuenta de que estábamos ante una especie nueva para la ciencia", explica Andrés Arias, que debió realizar una exhaustiva investigación. Ahora, siente la satisfacción del trabajo bien hecho.

"Estamos orgullosos de haber encontrado este gusano. Si estas especies no se describen se desprecia un poco la biodiversidad existente en una determinada zona. La taxonomía, además, está poco valorada y es una pena porque muchas especies se están extinguiendo sin tener referencias de que algún día existieron", puntualiza el investigador de la Universidad de Oviedo, que valora el potencial del Cañón de Avilés, un valle submarino atrayente para los científicos que desde hace años se esmeran en sacar a la luz los secretos escondidos donde no alcanza la luz.

La fosa marina es un "ecosistema irrepetible" con 1.380 variedades animales catalogadas, como corales, esponjas y tiburones de profundidad. Los expertos han hallado, además, auténticos arrecifes de coral de profundidad y estiman que más de veinte de las especies recolectadas pueden ser nuevas para la ciencia, de acuerdo a la última publicación del Instituto Español de Oceanografía "Especial Indemares". Pero para que una nueva sea reconocida como tal por la comunidad científica debe realizarse un arduo trabajo como el ejecutado por Andrés Arias y Hannelore Paxton.

Implica que un ejemplar recolectado como el "Paradiopatra florencioi" sea descrito de la forma más exhaustiva y completa posible lo que conlleva, en la mayoría de los casos, disecciones, estudios anatómicos precisos, análisis con microscopios ópticos o electrónicos y en definitiva, largas jornadas en el laboratorio. Los científicos deben hacer además una búsqueda y comprobación histórica de las especies similares del mismo género o la misma familia prácticamente desde los trabajos de Linneo y los primeros naturalistas en el siglo XVIII hasta las más recientes publicaciones.

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