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FERNANDO SOTO | Director del montaje "El minuto del payaso"

"Ser payaso es muy bueno para la salud, estoy convencido"

"Me da la sensación de que tenemos que pedir perdón a los políticos por haber votado como lo hemos hecho"

Fernando Soto.

A Fernando Soto (Madrid, 1968) unas veces le toca "estar en la escena y otras, detrás". Lo dice él, que lleva en el negocio de la interpretación casi un cuarto de siglo. La sala club del Niemeyer acoge esta noche (20.30 horas) el monólogo "El minuto del payaso", una obra que José Ramón Fernández escribió a medida tanto de Soto como de Luis Bermejo -que es el actor protagonista-, o del propio dramaturgo. Fernández tiene el Premio Nacional de Literatura Dramática y eso siempre es una apuesta de calidad. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono. Dice que está en una cafetería y dice también que nadie se puede perder su penúltimo espectáculo. Y eso es normal. Llega a Avilés con el aval de haber triunfado en la sala pequeña del Español, pero también en otros escenarios del circuito alternativo de teatro, que es donde últimamente se produce todo lo bueno.

-Había una película con un planteamiento similar a "El minuto del payaso".

-Sí, sí, "La sombra del actor" ["The Dresser", de Peter Yates]. Sin embargo, este trabajo que presentamos es un monólogo con otras pretensiones. Se trata de un homenaje al circo, a los payasos. Uno viejo, mientras aguarda su turno en una gala, habla de sus miedos, de sus frustraciones, se ríe, nos hace reír. Y todo, claro, huyendo de lo endogámico, que es algo poco interesante.

-La génesis del espectáculo es interesante.

-Le explico: parte de una idea vieja que, finalmente, hemos podido montar Luis Bermejo y yo. Los dos estuvimos en "Sobre Horacios y Curiacios" [un espectáculo triunfador en los "Max" de 2005]. Empezamos a colaborar con José Ramón Fernández. Nos reunimos los tres y Fernández comenzó a escribir un texto que tiene tanto de mí como de ellos dos.

-Y es Bermejo el actor y no usted.

-En "Teatro del Zurdo", unas veces me ha tocado actuar y, en otras, dirigir, estar en la escena o detrás. Fui el Sancho de aquel Quijote que hizo José Sacristán. Lo que sí tengo claro es que este espectáculo sólo lo podía hacer con Luis Bermejo como actor.

-¿Qué tiene el circo de seducción?

-Creo que esa sensación de fracaso que destila. Eso y también la nostalgia y la magia de lo efímero. Todo esto tiene, creo, un efecto catártico de primer orden, pero, a la vez, de pura celebración. Estoy muy enamorado del circo, de la mítica felliniana o de "Cielo sobre Berlín" [de Wim Wenders]. Además, los payasos me parecen fascinantes: ser payaso ahora es muy bueno para la salud, estoy seguro.

-La función se vio en la sala Margarita Xirgu.

-Estuvimos allí un mes entero llenando cada día, pero llegamos después de haber estrenado en la sala Kubik. O sea, llegamos con el espectáculo ya hecho y eso siempre está bien.

-Parece que las producciones teatrales tienen que adelgazar planteles de actores.

-Hay de todo. Esto que dice usted se produce sobre todo a la hora de las giras. Hay que producir espectáculos medios y pequeños porque, de otra forma, no salen los números. Sin embargo, por lo que se refiere a "El minuto del payaso" le diré que hubiera hecho este montaje del modo en que lo hemos hecho ya fuera en tiempos de vacas gordas o de vacas flacas. Lo que nos movía era la necesidad de crear la historia de este personaje. Entiendo que apostar por la creación y por la cultura.

-Ciento y pico días sin Gobierno.

-Es esperpéntico. Si Valle-Inclán levantara la cabeza, se sentaría a contar cómo un país está pendiente de reuniones que no se producen. Me da la sensación de que tenemos que pedir perdón a los políticos por haber votado cómo lo hemos hecho, porque ellos no son capaces de ponerse de acuerdo. Es triste, desde luego, que nos encontremos en la situación en la que estamos, además, sin saber muy bien qué se nos viene encima.

-Otras elecciones, como poco.

-Los seres humanos somos animales de costumbres y que, además, estamos un poco mediatizados. Pasan los días y seguimos sin Gobierno y como si no pasase nada.

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