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JOSÉ ANTONIO ALONSO | PROPIETARIO DEL RESTAURANTE JOSE'S, PASA A LA JUBILACIÓN

Ahora toca paladear la vida

El propietario del Jose's y su esposa, Gely Quijorna, cuelgan el mandil con la satisfacción de haber labrado una carrera ejemplar en la restauración avilesina

José Antonio Alonso y, a la derecha, su fiel escudera en el restaurante y esposa, Gely Quijorna. MARA VILLAMUZA

La de José Antonio Alonso ha sido hasta ahora una vida tras los fogones que primero se coció entre raquetas. El popular hostelero acaba de colgar la chaquetilla para disgusto de su fiel clientela y alegría de los suyos. El pasado 5 de junio echó el cierre del Jose's, el negocio que puso en marcha en 1987 junto a su esposa, Gely Quijorna. Él, el artista de la cocina; ella, la cabeza del negocio, han decidido poner fin a la vida laboral y disfrutar de sus hijos, de la vida. El cierre del establecimiento ha cogido por sorpresa a la mayoría. Aunque puede parecer una decisión de última hora, "el artista" lo venía barruntando desde hace tres años, cuando un susto que lo llevó al hospital le hizo recapacitar sobre el futuro próximo. Ahora, feliz, empieza a valorar el tiempo libre que nunca tuvo. "No hemos disfrutado nunca", asevera. Bien merecido tiene el descanso uno de los hosteleros más reputados de la cocina avilesina, maestro y consejero para muchos, que empezó a trabajar con apenas diez años.

José Antonio Alonso nació en Oviedo el 13 de junio de...

-¿De qué año, Gely?

-1953.

No hay dato o anécdota que no consulte con su mujer, su compañera y confidente, su bastón y calculadora. "Gely siempre ha llevado los números y ahora está toda agobiada dejando todo a punto. A ella le da pena haber cerrado; yo estoy encantao", asegura el recién jubilado, el segundo de cuatro hermanos de una familia humilde del barrio ovetense de Ventanielles. La suya fue una infancia "sin nada pero muy feliz" junto a una cocina de carbón. Defensor a ultranza de las guisanderas, aprendió de ellas. De su abuela y de su madre Pilar, "cocinera de Oviedo de toda la vida".

José Antonio Alonso no era buen estudiante. Prefería hacer compañía a la gente mayor del barrio que estaba encamada a sentarse tras un pupitre. Y ya en plena niñez comenzó a trabajar, con apenas diez años. "Empecé de recogepelotas en el Club de Tenis de Oviedo (donde tuvo su primer contacto con la restauración) . De aquella vine a jugar a Avilés, con los Orejas de Oviedo, el Torneo San Agustín, cuando se hacía en Las Meanas. Y allí me propusieron ser camarero o pinche. Y pinche fui", relata José, que para entonces ya era considerado "una promesa de la cocina".

A los 14 años empezó a trabajar en el desaparecido "Restaurante Feudal" de Oviedo. En 1970 y de la mano de Vicente Cabeza, restaurador del Club de Tenis de Oviedo, y de Eustaquio Taboada ("muy buenos cocineros"), se incorporó como ayudante de cocina y especialista en pescados en el restaurante Hotel Rexina de Barcelona, para a continuación dar el salto al Hotel Montante de Baqueira. Su siguiente destino fue Casa Fermín, en Oviedo.

El salto como autónomo lo dio de la mano de Gely, con la que se casó en 1976, cuando ella tenía 18 años recién cumplidos. Comenzaron en La Fundición, en el "Valparaíso", donde el menú costaba cien pesetas y el vaso de viso, seis. "Empezamos con un chigre, entre un montón de talleres, tapicerías, camiones. ¿Tú sabes la vida que había allí? Menuda clientela teníamos", explica el matrimonio. En Raíces comenzó a caminar su primer hijo, Jose. La pequeña, Cristina, llegó casi quince años después, "por sorpresa". Ambos han dirigido sus profesiones hacia la enseñanza.

Apenas dos años después, se despidieron de Raíces y volvieron al Club de Tenis; en 1980 asumieron los fogones del Náutico de Salinas. José Antonio Alonso destaca de aquellos años a "don Aurelio, de La Serrana". "Nos ayudó muchísimo. Se quedó con el Tenis porque nosotros no podíamos con todo. Siempre estuvo ahí, ¡qué buena persona!", asevera.

Fue en esta última etapa donde, ya con ahorros en el bolsillo, se decidieron a poner en marcha su propio negocio en Avilés, en El Carbayedo, cerca de los padres de Gely para poder contar con ayuda para la crianza de sus hijos. Les decían que estaban locos. "Cogimos este bajo pero entonces aquí no había ni carretera, era todo prao. ¿Pero dónde os metisteis? Nos decían. Pues fue un acierto. También compramos un piso. ¡Y salimos de todo!", explican.

En el Carbayedo Nuevo afianzaron su negocio, ahora con el cierre echado. Jose, que con lo que más disfrutaba era preparando pescados y ensaladas, tenía claro ya hace tiempo que había llegado el momento de vivir, tras toda una vida de trabajo. Hace tres años tuvo un susto de salud con ingreso hospitalario incluido. "No fue nada grave, me pasé una semana con pruebas, pero ahí pensé en todo lo que llevaba trabajado. Las comidas las llevaba bien, pero ya las cenas... Además, yo no necesito nada", explica. La decisión estaba tomada, pero faltaba dar el paso, poner fecha al adiós. Dos semanas antes de cerrar, volvió a encontrarse mal. Había llegado el momento de "disfrutar de la vida, de los hijos".

El último día en el Jose's, el pasado día 5, fue muy emotivo. Personas contadas sabían que el afamado restaurante no volvería a abrir con José Antonio y Gely al frente. Querían irse como empezaron, sin hacer ruido. "Ver a personas que han sido clientes desde el primer día. No queremos homenajes ni despedidas, vamos a seguir aquí los dos", dicen casi con la voz entrecortada. Pero más emocionante aún fue la carta que entregó esa noche Cristina a su padre, agradecida por poder al fin disfrutar de su compañía, esa que tanto escasea en la hostelería, donde el hogar pasa a ser el restaurante.

Alonso no solo deja huérfana a su clientela, también un hueco difícil de cubrir en los muchos colectivos con los que colaboraba, y en los que empezó a soltar lastre hace tiempo. Ahora pasea por Salinas con su perro "Jerry", se tira horas en el sofá, piensa qué libro leerá y en el próximo viaje. Es feliz. "Tiro la cadena y el candao. Soy el hombre más feliz del mundo porque veo la libertad, y eso es lo importante".

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