Avilés, 15 de enero de 1479. La reina Isabel de Castilla visita junto a su comitiva la villa y anuncia la concesión del mercado franco de la alcabala, que pasaría a celebrarse todos los lunes a partir de esa fecha. Más de quinientos años después, la ciudad revive ese histórico momento en el mercado medieval que inunda de público el centro de Avilés. La variedad de puestos y la caracterización de los dependientes de los mismos fascina a los asistentes, que vibran con un evento que, como si de un cuento de hadas se tratase, evoca épocas pasadas de gremios de artesanos, caballeros y doncellas.

El casco histórico de la villa viaja al siglo XV, donde peregrinos, pregoneros y juglares campan por todos los rincones de Avilés. En las concurridas calles se escuchan cuentos y leyendas acompasados por la lírica que los trovadores empleaban para engatusar tanto al pueblo como a la gente de alcurnia. El bullir de gente es continuo, y los barcos provenientes de todas partes del Cantábrico desembarcan a unos pocos metros de los puestos donde artesanos y comerciantes se disputan el poder comercial en pleno auge de los distintos gremios que hicieron suyas algunas de las vías de Avilés.

Un período en el que la villa gozaba de privilegios gracias a su apoyo a la monarquía: durante las disputas en el seno de la corona, la ciudad se decantaba por apoyar a los reyes que estaban al frente del reino, y estos le obsequiaron con la designación de Avilés como villa de realengo. Este hecho fue muy celebrado por los lugareños, a los que los pregoneros proclamaban la buena nueva.

Más de quinientos años después, la ciudad vuelve a respirar el olor de fragancias exóticas provenientes de lugares lejanos. Las brujas toman las principales vías con sus aquelarres, y los caballeros cristianos reclutan tropas para reconquistar Jerusalén en las cruzadas. Hordas de visitantes exploran curiosos los cientos de puestos que pueblan el corazón de la ciudad, que late al ritmo de las canciones de amor que cantaban los romanceros medievales.

"Está muy bien el ambiente y la caracterización, tanto la de los puestos como la de los personajes, está muy bien lograda. De los mercados de este tipo que he visitado, probablemente sea el mejor", señaló la valenciana Irene Muñiz, que visita estos días la ciudad. Provenientes de Castilla La Mancha, Verónica Carrizo y Ángel Caballero coinciden con Ruiz en elogiar el despliegue. "Me encantan el decorado y la gran variedad de puestos que se pueden visitar", afirman.

Tres días en los que los viajes en el tiempo no son utopías propias de la ficción. Adentrarse en el Avilés del siglo XV es posible gracias al mercado medieval que puebla el casco histórico. Pero con cuidado: los visitantes pueden acabar embrujado por los conjuros de las hechiceras que recorren el centro o bien acabar reclutados para a ir a combatir en Jerusalén. La fantasía se hace realidad estos días en una ciudad que respira magia. Bienvenidos al cuento de hadas.