"Esto es una auténtica vergüenza, no se puede consentir". La indignación era el sentir generalizado ayer entre las miles de personas que trataron de acceder el Centro Niemeyer para disfrutar de la Holi Party. No era para menos: pese a que las puertas abrieron a las cuatro de la tarde y los conciertos empezaron una hora más tarde hubo gente madrugadora que a las siete aún estaba fuera. Y es que para acceder a la plaza del centro cultural hubo colas de casi un kilómetro -desde el apeadero de Feve hasta el jardín japonés, y desde ahí, otro tramo más hasta el interior del recinto- que implicaron tiempos medios de espera de dos horas. ¿Cuál fue el problema? Los afectados lo tenían claro: "Mala organización y poco personal". Y no parecían ir mal encaminados. Los accesos al recinto estaban colapsados y las cerca de diez mil personas con entrada sacada para participar en la fiesta eran demasiados para la decena de operarios que supervisaban la entrada. El follón fue tal que hasta Carlos Cuadros, el director del centro cultural, tuvo que arremangarse y echar una mano en los puestos de taquilla para tratar de agilizar el proceso.

Como novedad, y para aumentar la seguridad en el certamen, la organización de la fiesta estableció un sistema de pulseras de colores por edades para controlar los accesos; dichas pulseras eran entregadas al presentar la entrada en la taquilla. De esta manera, los menores de 14 años, que tenían que ir acompañados de un adulto, recibían un brazalete rojo; a los asistentes de entre 14 y 18 años, quienes tenían que presentar una autorización por escrito firmada por sus tutores legales, se les daba una insignia amarilla; y a los mayores de 18 años se les hacía entrega de una pulsera azul. Todo ello justo antes de entrar por el único acceso habilitado a la plaza, el de las rampas centrales frente al puente de San Sebastián.

"Es un auténtico desastre. Hay muy poca gente trabajando. Me parece genial que hagan controles, pero entonces que contraten más personal", criticó José Antonio Riopedre, uno de los muchos afectados por la interminable cola y que tardó una hora y media, según afirmó, en recorrer cien metros. "Lo peor de todo es que hay muchos chavaletes que se están colando y, como haya un problema o una pelea en la que esté involucrada mucha gente, no hay ni un solo policía para solucionarlo", agregó el avilesino, haciendo alusión a la falta de agentes. Durante las primeras horas del certamen sólo una patrulla de la Policía Local controlaba el acceso, aunque a distancia, desde el puente de la avenida Conde de Guadalhorce.

En la misma línea, Reyes García, quien acompañó a su hija y tres de sus amigos -"es la mejor madre del mundo", celebró la pequeña, Carla Marqués- también lamentó la "mala organización". "Es la primera vez que vengo, pero creo que también será la última. Llevamos mucho tiempo de cola y no nos queda otra que aguantar", expresó apesadumbrada la mujer, natural de Cudillero.

La organización, mediante un comunicado emitido a medianoche, quiso trasladar al público disculpas por las demoras generadas en el acceso durante el primer concierto de la jornada. "El servicio de atención al público estuvo en todo momento a disposición de los usuarios y durante ese período de tiempo se recogieron 15 reclamaciones por escrito (un 0,0014% de las entradas vendidas) y se devolvió el dinero de las entradas a los 10 usuarios que lo solicitaron (un 0,00094% de las entradas vendidas)", precisa la nota, que cifra en cerca de once mil el total de personas que pasaron por la Holi Party.