Un grupo formado por cuatro arqueólogos, cuatro operarios y estudiantes de varias universidades inició ayer la décima campaña de excavaciones arqueológicas en el castillo de Gauzón. Con espátulas, palas y mucho mimo, el colectivo ha comenzado a excavar las zonas de acceso al castillo, es decir, la zona de las torres monumentales que defendían el complejo. Según explican los arqueólogos y directores de la investigación, Iván Muñiz y Alejandro García, los objetivos de la campaña se centran en dos áreas con un objetivo final: "Crear una gran zona ya estudiada y lista para su musealización, casi un yacimiento arqueológico dentro del propio yacimiento, pues en ella tenemos un compendio precioso de construcciones que resumen la vida de la fortaleza: su muralla y torres, las estancias de palacio, la acrópolis y su aljibe". Según Muñiz y García, el museo al aire libre permitirá disponer de un sector rematado desde un punto de vista patrimonial, capaz de ser visualizado e interpretado por el público y, paralelamente, extender la excavación hacia otros puntos del promontorio.

La primera de las áreas de investigación está ubicada en una zona de pendiente casi inexplorada y en el exterior del recinto amurallado, es decir, el lugar por el que ascendía la guarnición para penetrar en la plataforma superior que acoge "los edificios de prestigio", las torres construidas por los reyes de Asturias entre los siglos VIII y X. "En ella se intuyen restos de las destrucciones que el castillo sufrió, así como diversos cortes en el terreno que indican la existencia de trabajos humanos todavía desconocidos", indicaron los especialistas, que explicaron además que el segundo objetivo de la campaña se centra en la acrópolis. Se sitúa en la parte más elevada del castillo. Se trata de un terreno plano "y ligado a la defensa de los accesos". "Es otro espacio muy poco conocido, en el que se adivinan superficies de arcilla, pero que ha arrojado grandes sorpresas, como el hallazgo en la pasada campaña del excepcional aljibe o depósito de agua", destacaron ambos arqueólogos.

Iván Muñiz y Alejandro García parten de la idea de que los hallazgos en el mundo de la arqueología pueden no corresponderse con lo esperado inicialmente. Por ello, avanzan que seguir las pistas de una huella o de una marca en la tierra pueden dar lugar a grandes descubrimientos, sin embargo esas señas pueden disiparse y localizarse otras que pueden llegar a modificar los planteamientos iniciales. "Esa es la dificultad de la arqueología, pero también su embrujo", concluyeron.