Vigencia, extensión y frecuencia en el uso. Estos son los criterios que sigue la Real Academia Española (RAE) para incluir palabras en el diccionario, según explicó ayer en el Centro Niemeyer el director de la institución, el gallego Darío Villanueva. Pero el sumar o eliminar palabras del diccionario suele ir acompañado en muchos casos de polémica. "Las que nos dan más disgustos son las que rozan la incorrección política, aquellas palabras que tienen un contenido desagradable, por las que hay gente que se siente ofendida y culpa a la RAE de incluirlas en el diccionario. Eso es matar al mensajero. El idioma no solo son palabras bonitas. No podemos transigir en esto. Habría que prescindir de todas las palabras consideradas no gratas, ¿y no gratas para quien?", planteó el académico en el cine del Centro Niemeyer.

Villanueva abrió el ciclo Palabra tras el parón estival y lo hizo precisamente explicando el término: "La palabra es un instrumento prodigioso que la humanidad ha llegado a crear. Es lo que nos hace personas y lo que construye las sociedades". Y a preguntas de la periodista Berna González explicó cómo la RAE incluye o saca palabras del diccionario. "En el caso de las palabras desusadas, desaparecen del diccionario de uso pero siguen en el histórico. Las nuevas proceden de la propia sociedad. La RAE no crea ni promociona palabras, solo recoge las que han sido utilizadas de manera profusa y extendida por los hispanohablantes", detalló.

El escritor, ensayista, profesor y exrector de la Universidad de Santiago de Compostela subrayó que "los españoles somos menos del 10% de los hispanohablantes", por lo que "no se puede someter la lengua a la tiranía hispano céntrica". "Cuando en la última edición incorporamos amigovio (amigo con derecho a roce) nos decían que si estábamos chochos. Utilizan esa palabra el 60% de hispanoamericanos. En la edición anterior introdujimos marinovio (pareja de hecho) y no hubo ningún escándalo, con amigovio sí", señaló.

Hay palabras consolidadas y las consideradas globo, que "suben con gran fuerza pero se desinflan". Un ejemplo es pagafantas, palabra muy utilizada hace años para definir a los chicos que para congraciarse con las chicas las invitaban mucho sin conseguir nada a cambio. "Acertamos al no incluirla, ahora casi no se utiliza", expuso. Y añadió: "Selfie es globo por lo mucho que ha subido, pero a ver si se desinfla. En la RAE se prefiere autofoto que selfie. Con el inglés hay que tener mucho cuidado, es un idioma muy económico, juego mucho con monosílabos y bisílabos y es difícil combatirlo con español. En el caso de la palabra selfie, hemos decidido no incluirla al diccionario actual, es necesario esperar a ver si se consolida", prosiguió. Para Villanueva, "tampoco hay que tener empacho en incluirla". Y lo razonó así: "El inglés tiene un 45% de palabras que procede del latín pese a no ser una lengua románica. La historia de las lenguas es la de los préstamos continuos (...) No podemos cerrarnos a las influencias, pero tampoco abrazarlas como a un hermano de toda la vida".

Las polémicas por las palabras dan disgustos a los académicos, pero también hay otras que conllevan alegrías, "las nuevas con gran consenso o las que inventa una persona que se convierten en palabras generales", como fue el caso del término "mileurista". "Fue un acierto verbal tan grande que está en el diccionario", dijo. Y subrayó que con lo que no puede transigir la RAE es con las palabras que rozan la corrección política y con las marcas comerciales que se convierten en nombres comunes. "Nunca censuraré al diccionario porque no es propiedad de la academia ni de nadie, es de todos los que hablamos español", concluyó.

Villanueva llenó la sala Cine del Niemeyer y hubo críticas por la poca oferta de plazas. Varias personas protestaron por no poder asistir al encuentro "en un complejo de las dimensiones del Niemeyer".