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CLUB LA NUEVA ESPAÑA de Avilés

La educación, única vía para acabar con la violencia en el fútbol

"Los ultras utilizan simbología de guerra y el equipo es su identidad", sostiene el psicólogo Juan Antonio Álvarez

Juan Antonio Álvarez y Carlos Villar, ayer. M.VILLAMUZA

"Gustavo Bueno, que fue mi profesor, decía que el fútbol se convirtió en el sustituto de la misa de los domingos. Un ritual que da identidad a las personas", explicó ayer el psicólogo Juan Antonio Álvarez, en el debate sobre la violencia en el fútbol que se celebró en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés, en el que estuvo acompañado por el entrenador Amador Alonso y el abogado Carlos Villar. Los tres expusieron su punto de vista sobre la problemática de la violencia en un deporte tan arraigado y los tres coincidieron en que, más allá de todas las razones por las que se implantó o los culpables, la única vía para acabar con ella es la educación.

"Desde pequeños, los niños maman la agresividad en el fútbol, tanto en la grada -como aficionados-, como en el campo cuando les grita el padre o el entrenador. Conozco niños que no quieren que sus padres les vayan a ver por como se comportan", señaló el psicólogo. Amador Alonso está de acuerdo y añade: "El fútbol tiene una cosa, que parece que todo el mundo entiende y puede opinar, pero muy pocos saben. En mi caso fueron muchos años de estudio", afirma el técnico. Alonso afirma que entrenar a los más pequeños es lo más bonito de la profesión, pero cuando no vienen "adulterados" de casa: "Me he encontrado con niños cuyos padres le habían dicho de mano que yo no tenía 'ni puta idea'... con esas palabras. Es imposible que ese niño me haga caso", explica.

Para los ponentes, esa educación en el juego limpio, en los valores del deporte, desde casa, desde los entrenadores y desde las entidades es la forma de erradicar la violencia en el fútbol, porque las razones por las que existe son tantas y tan variadas que no se pueden controlar. "Tuve un paciente que pertenecía a un grupo ultra. Tenía una problemática personal muy complicada y una falta de identidad que encontró en el grupo. Su vida iba muy mal y en la agrupación encontró 'hermanos' que valoraban lo que hacía y eso acabó dando sentido a su vida", explica Álvarez.

Otro de esos aspectos para el arraigo de la violencia fue, durante muchos años, el fomento desde los propios dirigentes de los clubes. "Los ultras utilizan simbología de guerra y el equipo es su identidad, su razón de vida. Cuando alguien te llama a defender tu razón de vida, vas con todo", señala el psicólogo. Carlos Villar va más allá: "Muchos de los integrantes de esos grupos son delincuentes en el sentido real de la palabra y en estos grupos encuentran personas como las que explicó Juan Antonio, muy influenciables para ayudar en sus correrías", explica.

Sea como sea, insisten en la educación como receta: "La sociedad es permisiva con la violencia en el fútbol. Insultar al árbitro no es grave, una agresión entre jugadores es entendible, una falta para evitar que se vaya un rival también, el rival es el enemigo, son mitos que hacen que la violencia se perpetúe en el fútbol", lamenta Álvarez.

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