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La mayor odisea tecnológica del hombre, contada desde dentro

El testigo español del viaje a la Luna

El ingeniero José Manuel Grandela, que trabajó 40 años para la NASA, visita Avilés: "Lo más importante para los que están ahí arriba es mantener vínculos con la Tierra"

José Manuel Grandela, ayer, ante una imagen de la superficie de la Luna, con la Tierra al fondo, en el Centro de Servicios Universitarios de Avilés. RICARDO SOLÍS

El programa espacial Apolo que desarrolló Estados Unidos en la década de los años sesenta del pasado siglo con el objetivo de hollar la Luna dejó frases para la historia, como las emocionadas palabras que pronunció el astronauta Neil Armstrong al pisar el suelo del satélite terrestre: "Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad". O la no menos célebre y cinematográfica "Houston, tenemos un problema". Lo que mucha gente no sabe es que España desempeñó un papel fundamental en la conquista espacial y que también inspiró alguna de esas frases.

Lo cuenta uno de los protagonistas de la anécdota, el ingeniero madrileño José Manuel Grandela Durán, que trabajó durante 40 años para la NASA, primero en el centro de seguimiento espacial de Fresnedillas de la Sierra y luego en el de Robledo de Chavela, ambos en la provincia de Madrid. La nave "Apolo XVI "perdió contacto con la base de Houston y el astronauta John Young intentó en vano restablecerlo poniéndose, al no conseguirlo, más y más nervioso. Pese a que tenían instrucciones precisas sobre cuándo y qué tipo de comunicación establecer con los tripulantes del "Apolo", los técnicos del turno de guardia en Fresnedillas -incluido Grandela- decidieron tomar el control y previa identificación trataron de tranquilizar al desquiciado astronauta asegurándole que había ocurrido un problema menor y que estaba siendo subsanado. "De inmediato, Young se relajó y, agradecido por haber vuelto a oír una voz humana, piropeó eufórico: 'Oh, Madrid; beautiful Madrid! Wonderful Madrid! Outstanding Madrid!'"

Años más tarde, según cuenta José Manuel Grandela, Young visitó Madrid y quiso conocer en persona y dar un abrazo a aquellos hombres que, cuando aquel día en el espacio estaba a punto de entrar en pánico le calmaron y le reconfortaron. "Por la experiencia de haber trabajado con decenas de misiones tripuladas al espacio, puedo asegurar que lo más importante para los que están ahí arriba es mantener el vínculo por radio con la Tierra", asegura el ingeniero, que mañana a las 20.00 horas, en la Casa de Cultura de Avilés y dentro del programa de Exfiaviles, dará una charla que lleva por título "Vivencias y anécdotas en la conquista de la Luna". Y promete contar muchas porque, además de ameno en su exposición, Grandela ha recopilado historias tan desconocidas por el gran público como sorprendentes.

Estas son algunas de las que adelanta, muchas menos de los cientos de ellas que conoce: los tres tripulantes de cada módulo "Apolo" iban "sentados" encima de 3.000 toneladas de líquido altamente inflamable -el combustible de los cohetes impulsores "Saturno"-, que en caso de explotar desarrollarían la misma energía que 38 bombas atómicas como la que destruyó Hiroshima; cierto astronauta estuvo un día entero sin comer porque extravió las tijeras de cortar las bolsas de comida y no comunicó el hecho al control de Tierra por vergüenza torera; las pulsaciones del corazón de Neil Armstrong en el momento de pisar la Luna se dispararon a 158 por minuto; las dolorosas flatulencias que incomodaron a un astronauta del "Apolo XVI" quedaron resueltas con la intervención de un médico que proporcionó la estación de seguimiento espacial de Fresnedillas de la Sierra...

El hombre que lo sabe todo -o casi- sobre la conquista de la Luna también responderá a las preguntas y aclarará las dudas que expongan quienes acudan a la conferencia. Los que no deben albergar esperanza son los escépticos, aquellos que niegan que el hombre haya llegado a la Luna; Grandela ha dejado hace tiempo de perder el tiempo con ese colectivo: "Hay una asociación en Estados Unidos con 200.000 socios que creen a pies juntillas que la tierra tiene forma de caja de zapatos... ¿Merece la pena desengañarlos?"

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