"¿Sabía que lo primero que hizo Buzz Aldrin, antes de que Neil Armstrong pusiera un pie en la luna fue estirar el brazo y tirar una bolsa de heces y que hemos visto en fotos que aún sigue allí? ¿O que para ayudarles a conciliar el sueño, a los astronautas se le ponía una lista de canciones que habían facilitado sus mujeres?". Estas anécdotas -y mucho más- relacionadas con la conquista de la Luna fueron reveladas ayer a los asistentes a la conferencia que impartió José Manuel Grandela, exingeniero de la Nasa, en una conferencia organizada por el Grupo Filatélico Avilesino en la Casa de Cultura.

Y es que tras cuatro décadas de trabajo para la prestigiosa agencia espacial estadounidense -primero en el centro de seguimiento de Fresnadillas de la Sierra y después en el de Robledo de Chavela- , este ingeniero conoce al dedillo las vicisitudes que rodean a los astronautas en un viaje más allá de la tierra. "A la gente le interesan mucho las anécdotas. Sobre todo, lo que rodea a los extraterrestres. Yo siempre digo que en 40 años me ha dado tiempo a vivir muchos sucesos extraños que no tiene explicación. En época de la Guerra Fría lo achacábamos a los soviéticos, pero este tipo de cosas siguieron pasando después de su disolución... Pero eso no evidencia la vida en otros planetas. Ojalá la hubiera", afirmó Grandela.

Precisamente, la continua inminencia de un conflicto bélico entre las dos superpotencias fue, para Grandela, uno de los principales impulsos del desarrollo aerospacial estadounidense. "Tuvimos años en los que parecía que la tercera Guerra Mundial iba a llegar, y el dominio del espacio y la cohetería parecían fundamentales. De ahí vino el gran impulso económico y el apoyo militar. Por eso y porque Kennedy se empeñó en que iba a poner una hombre en la Luna antes de 1970, y lo consiguió", explicó el ingeniero.

Otro de los mitos que destierra Grandela es el de astronauta como superhombre. "Cuando iban al espacio tenían miedo. Les teníamos monitorizados y controlábamos sus constantes vitales en todo momento, por lo que sabíamos cómo estaban. Pero por supuesto que por momento lo pasaban mal. Y era normal. Se enfrentaban a situaciones totalmente desconocidas. Estaban siendo los primeros en todos", concluye uno de los hombres que más saben de los viajes al espacio.