"Debería de ser obligatorio el aprendizaje, desde niños, a afrontar las dificultades". La psicóloga Marisol Delgado ofreció ayer las claves de cómo manejar el estrés en un taller organizado por la asociación Difac. "Las dificultades, las situaciones que nos desbordan, son incómodas, pero naturales. Forman parte de la vida. Ahora, tendemos a sobreproteger y no preparamos a los niños para las adversidades a las que van a tener que hacer frente, que pueden ser complicadas y frustrantes y exigen saber reaccionar frente al estrés", advirtió.

El estrés, explicó, no es un problema, ya que se trata de una respuesta natural del organismo ante las demandas del medio. "El problema viene cuando el estrés es demasiado intenso y frecuente. Y, sobre todo, cuando no tenemos herramientas para afrontarlo, cuando no sabemos apañarnos con eso que nos está ocurriendo, que nos desborda", indicó. Las personas que sufren esta situación, añadió, "pueden tener síntomas muy variados, dependiendo del punto débil de cada persona: ahogo, flojera muscular, dolor de cabeza intensísimo, frecuentes ganas de ir al baño...".

"Estos síntomas lo que nos vienen a decir es que hay un periodo previo de desgaste que la persona no está sabiendo manejar", explicó Delgado. Y se refirió específicamente a la situación de personas que tienen que afrontar un problema de movilidad o una enfermedad. "Esas personas se encuentran con multitud de cambios en su vida, y el estrés va a hacer presencia querámoslo o no. Su gravedad dependerá de cómo nosotros nos apañemos, de cómo seamos capaces de hacerle frente", destacó.

Lo primero, información. "Conocer al enemigo es la primera manera de empezar a derrotarlo", indicó. La psicóloga explicó que hay entender cómo funciona el sistema nervioso, con el equilibrio que se establece entre los sistemas simpático y parasimpático. "Cuando el estrés es negativo es cuando se rompe el equilibrio que tiene nuestro sistema nervioso de forma natural", añadió.

El siguiente paso es analizar los cambios que supone la nueva situación, tanto a nivel personal como familiar y social. "Por ejemplo, tengo que enfrentarme a las tareas cotidianas de otra manera, con la discapacidad que tenga, si tengo que ir en silla de ruedas ya no puedo ir caminando... Incluso el aseo, cómo me visto, cómo me siento a comer, cómo me acuesto. Cosas tan básicas que suponen cambios", dijo. En el ámbito laboral, muchas personas tienen que dejar su puesto de trabajo o al menos modificarlo. Y también dentro de la familia los roles se van a modificar. Y en cuanto a las relaciones sociales y al ocio, la persona tiene que ajustar sus aficiones a las nuevas circunstancias e incorporar nuevas alternativas. "Alguien, por ejemplo, que se dedicaba a hacer montañismo podrá ahora hacer senderismo en determinadas zonas de montaña que están adaptadas. Nunca hay que dejar de hacer actividades, porque si la persona con una discapacidad, además de los cambios tremendos que ocurren en su vida, ve reducirse también las fuentes de gratificación, puede caer en depresión. Y eso hay que prevenirlo", remató.

Y es que, según Delgado, afrontar los cambios es el núcleo central del trabajo para afrontar el estrés. Sin olvidar tampoco el cómo trabajar con los pensamientos de desánimo que van a llegar. "Tenemos que aceptar todas las emociones que vamos a sentir son naturales, incluso las negativas, pero no podemos quedarnos con ellas", dijo. El cuarto y último punto del trabajo para evitar situaciones de estrés es el autorrefuerzo: "Tenemos que aprender a ser el motor de nuestra propia percepción positiva, incluso a pesar de todo lo que nos pueda estar pasando. Hacer una reevaluación positiva de nosotros mismos".

En cuanto a esa educación para el estrés que Marisol Delgado echa en falta, la psicóloga considera que puede hacerse desde el entorno familiar y también desde el escolar. "En casa, más que a través de la palabra, porque los sermones no funcionan nunca, es más eficaz el ejemplo. El comentar de manera natural las situaciones de dificultad que atravesamos y cómo trabajamos con ellas". Y concluyó: "Aprender a a manejar el estrés tendría que ser una labor en la que nos implicáramos todos, tomándola muy en serio y sin dejarlo en manos del azar".