La pérdida de la biodiversidad que supone la proliferación de la hierba de la Pampa en toda la región no es el único riesgo de la "cortaderia selloana", una planta invasora más conocida como plumero. "Hay áreas de prado que ya están invadidas por los plumeros, y son ya irrecuperables, no podremos meter nunca más ganado ahí. Están invadiendo los hábitats naturales, y turísticamente también tiene un efecto muy negativo porque estamos vendiendo la idea de Asturias como paraíso natural". Quien así advierte de los riesgos de esta vistosa hierba es el biólogo y catedrático de la Universidad de Oviedo Tomás Díaz, que ayer participó en el primer taller internacional "Alertools", en el Centro Niemeyer. "Es un problema gravísimo", añadió.

Según explicó Díaz, la historia de cómo llegó esta planta invasora en la Península Ibérica es "rocambolesca". Ya es sabido que Cantabria fue el punto de entrada, y que se extendió en los márgenes de las carreteras y autovías que se estaban construyendo, primero por el País Vasco y después también por Asturias y Galicia. Y, al margen de quienes la cultivaron en sus jardines con fines ornamentales, el problema fundamental fue otro. "Fue el Ministerio de Obras Públicas el que, en aquel momento, en las décadas de los años 80 y 90, introdujo el plumero, ya que formaba parte de su catálogo de especies recomendables para colocar en los taludes y medianas", dice el biólogo. Su fácil arraigo, la ornamentación que suponía y la consolidación de los suelos gracias a sus poderosas raíces fueron las razones de aquella garrafal equivocación.

"Va a ser muy difícil la eliminación en todo el territorio", reconoció el catedrático. Por eso, su recomendación es controlar lo que ya hay y eliminar esta especie de las zonas declaradas como protegidas: sistemas dunares, parques y monumentos naturales: "El reto es intentar buscar algún sistema de eliminación que no sea conflictivo". Y es que la mejor forma, la manual, supone mucho esfuerzo y mucho dinero. "Pero todo lo que suponga el uso de herbicidas, es problemático", añadió.

Lo primero, indicó Díaz, es evaluar qué se quiere hacer. "Se puede permitir que esa invasión prosiga, intentar cortarla, intentar detenerla En Avilés, hay una masa inmensa de hierbas de la Pampa; así que, en algunos sitios, sí parece que sería conveniente usar abrasivos rápidos, en áreas abandonadas por la industria, ya que son zonas tan alteradas que una alteración más no parece problemática", apuntó. Y añadió: "El problema es grave porque intentar utilizar una sola metodología para todos los sitios es imposible".

Lo que es cierto, reconoció Díaz, es que las administraciones todavía no se han planteado de forma seria la invasión. "Es un problema que tenemos que abordar no sólo desde el punto de vista de los científicos, sino de la sociedad globalmente. Hace 20 años se podría haber abordado, ahora ya no". Hace años el Principado tuvo una patrulla de eliminación de invasoras, "pero se acabó el dinero" y se acabó el programa, con lo que todo el esfuerzo fue en balde. La Universidad de Oviedo lidera un programa de eliminación de plumeros destinado a las áreas costeras protegidas. "Esperemos que esa iniciativa sea exportable a otros territorios", remató el experto.