La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La mansión de los cuentos

El regreso de Peladilla y Ratonchi

La bruja que entretiene a los niños avilesinos con cuentos y el roedor más conocido de la ciudad vuelven tras el verano con nuevas historias y personajes

Pérez Rumoroso, a la derecha, ante decenas de asistentes, antes del inicio del acto. Mara Villamuza

Niños y niñas, papás y mamás, abuelitos y abuelitas, ratoncitos de la ciudad... Aquí estoy de nuevo con todos vosotros, con muchas ganas de contaros nuevas historias y de que descubráis un montón de personajes divertidos.

A mí ya me conocéis todos. Soy Dulce Victoria, la escritora cuyo mejor amigo es un ratón. Sí, efectivamente, habéis acertado: hablo de Ratonchi, el ratoncito avilesino querido por pequeños y mayores. Pero no puedo continuar escribiendo sin antes dar las gracias a LA NUEVA ESPAÑA por confiar en mí y en mis personajes, y a todos vosotros que me leéis y me demostráis vuestro cariño y apoyo a diario. Sin vosotros ninguno de mis personajes podría cobrar vida. Es un orgullo y un verdadero honor para mí, así que gracias de todo corazón.

Pero ahora debo contaros algo importante. Ayer de noche antes de acostarme, me disponía a dejar bajo la almohada un regaliz rojo, una bolita de algodón y un calcetín usado, (ya sabéis, para que así Ratonchi viniese a visitarme), cuando de repente sentí algo... Una maravillosa luz que provenía de la calle, atravesaba la ventana e iluminaba toda mi habitación. Chispas multicolores flotaban en el aire y bailaban al compás de una dulce melodía interpretada por alegres cascabeles y campanillas. Sonreí. No era la primera vez que presenciaba ese mágico acontecimiento, así que me asomé a la ventana y la vi. Flotando en el cielo se encontraba la Mansión de los Cuentos, el lugar más mágico y maravilloso que he visto en mi vida. Un olor a las más exquisitas chucherías inundaba el ambiente. De las ventanas salían pompas de jabón que se colaban en las casas cercanas, y volvían a su lugar de origen con las mascotas de la ciudad dentro de ellas, flotando felices. Era el medio de transporte para introducirse en este mágico lugar. Las mascotas de la ciudad entraban por la puerta de la mansión como ilustres invitados, esperando como cada noche, escuchar los hermosos cuentos que allí se narraban.

En una de las ventanas, iluminada como por luz propia, vi su dulce sonrisa. Ahí estaba ella, más elegante que nunca. Me miró y me guiñó un ojo con mucha complicidad. Hablo, como no iba a ser de otra manera, de la increíble, sonriente y encantadora Brujita Peladilla, la persona que cada noche cuenta cuentos en su mansión a todas las mascotas de la ciudad.

Como suelo hacer, me introduje en una de las pompas y accedí a la mansión. Las mascotas y yo ya estábamos preparadas para que Peladilla comenzase. Pero, de repente, se escuchó un ruido enorme, como si diez elefantes hubiesen aterrizado sobre la mansión y una voz aguda y desafinada gritó:

-¡¡Peladillaaaaaa!!

Nada más escuchar esa voz, nuestra amiga agachó la cabeza y puso cara de resignación. Supo lo que ocurría: ¡Acababan de llegar sus tías, las brujas! ¡Qué desastre! Si os imagináis que las brujas son viejas, feas y malas, entonces no habéis acertado, porque éstas ¡son el doble de todo eso!

¿Queréis saber más sobre las tías de Peladilla? Pues no os perdáis el próximo cuento "Especial Halloween" si no queréis hacer enfadar a las brujas. ¡Os espero a todos!

Compartir el artículo

stats