La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ROSA MARÍA RUBIO ÁLVAREZ | COCINERA DEL COLEGIO LA CARRIONA DURANTE 42 AÑOS, SE JUBILA EL MES QUE VIENE

La chef de La Carriona cuelga el mandil

Rosi Rubio ha dedicado su vida profesional a alimentar a los escolares avilesinos, a los que ha servido más de un millón y medio de comidas

Rosi Rubio, rodeada de potas en la cocina del colegio de La Carriona. MARA VILLAMUZA

Cariño y dedicación son los principales ingredientes de los menús que durante los últimos 42 años ha servido Rosa María Rubio Álvarez en el comedor escolar del centro público de La Carriona-Miranda. Esta avilesina de Siero que está a punto de colgar el delantal (se jubila el 22 de noviembre) ha dado de comer a varias generaciones, igual que hicieron su madre Rosa y su hermana Maribel. Con su jubilación el colegio de La Carriona no sólo pierde a una de sus trabajadoras más queridas, sino a una saga de cocineras que miles de niños avilesinos, hoy adultos, recuerdan con cariño. Y ella deja atrás toda una vida entre fogones, de los que se lleva maletas y maletas de recuerdos.

Rosi tan solo tenía 23 años cuando pisó por primera vez las cocinas del colegio de La Carriona. Empezó como ayudante de su madre en 1974, asumió el timón cuando la mujer de la que lo aprendió todo se retiró y gestionó el comedor de la mano de su hermana hasta hace cinco años, cuando a Maribel le llegó también la jubilación.

Dice como si fuese una alumna más que estos 42 años han sido "muy guays". "Para mí esta nunca fue la cocina de un trabajo, sino la de mi propia casa. Los niños te dan mucho cariño, la mayoría te felicitan por lo rica que está la comida. Esta es mi vida, es mi cocina", dice emocionada. Entre los miles de alumnos a los que alimentó en el comedor avilesino estaban sus tres hijos, José María (Chema), Sergio (Yeyo) y Hugo. "Ellos siempre comieron la comida de mamá", añade.

La abuela de la pequeña Claudia prepara ahora menús para unos 80 alumnos, pero llegó a preparar raciones hasta para 250, cuando había que establecer hasta varios turnos. "Ahora ya se marchan antes para Avilés al instituto, no es como antes que estudiaban aquí hasta que tenían 16", explica.

Su trabajo ha cambiado mucho, y para mejor. Tiempo atrás el menaje se fregaba en un cubo, si no había agua había que transportarla desde Miranda y las patatas se pelaban a mano. "Ahora tenemos peladoras, freidoras, marmitas. Antes había que cocinar en varias potas y todo, absolutamente todo era manual", relata.

El plato estrella de Rosi son ahora las lentejas, aunque años atrás lo que triunfaban eran los macarrones, una receta que heredó de su madre, como la del pollo al horno o los garbanzos. Ahora solo cocina, pero llegó a servir en el comedor a sus pequeños comensales. "Me encantaba porque me relacionaba muchísimo con los niños. Siempre me han querido mucho. Anécdotas tienes a diario pero recuerdo una que me hizo muchísima gracia. Un día, sirviendo fabada, me dijo un neno: 'Rosi, ¿por qué no me traes un vasín de vino con las fabas? (Ríe) Con los críos tienes anécdotas todos los días, son encantadores", subraya. A Rubio Álvarez le parece que fue ayer aquel primer día de trabajo, que afrontó con "mucho miedo" pese a que su jefa era su propia madre. Cuarenta y dos años después, se prepara para abandonar la cocina de La Carriona contenta porque ya es momento del descanso pero con la pena por "dejar atrás tantos recuerdos".

Entre alumnos y fogones pasó buenos y malos momentos que se fueron "superando poco a poco". ¿Y ahora qué? "Pues a hacer muchas cosas, todas las que no he podido hacer hasta ahora, pero aún ni lo he pensado. Tendré tiempo libre para los míos y también para mí", sostiene.

La comunidad educativa de La Carriona, el único centro público avilesino con comedor propio (el resto sirve catering), extrañará a la cocinera que tan pronto prepara unos garbanzos como decora el comedor para darle un toque más alegre. Rosi dejará al mando de la cocina a Julio Redondo y como ayudante a su querido Santiago Iglesias, su ayudante durante los últimos cinco años. "Santi me hizo muy fácil el trabajo, siempre ha estado ayudándome, animándome y protegiéndome. No lo voy a olvidar jamás", dice ella. Y las mismas palabras de cariño le devuelve su amigo: "Rosi ha sido la mejor compañera que he tenido. Es una cocinera con muchísima experiencia y una persona encantadora que ha servido más de millón y medio de comidas".

A un mes de su jubilación, Rosi Álvarez insiste en agradecer el cariño de todos los que han formado parte de su vida en el centro: "Maestros, padres, niños, a toda la comunidad educativa de La Carriona, que tanto cariño me han dado". Seguro que como le ha pasado más de una vez, cualquier día irá caminando por la calle y un adulto al que alimentó de niño en las aulas le volverá a decir a voz en grito: "¡Hola, Rosi! Eres la mejor cocinera del mundo".

Compartir el artículo

stats