La noche y la madrugada del viernes fueron muy tensas en la calle de la Fruta por el incendio que obligó a desalojar a todos los vecinos del número 3. "Olía a humo y no sabía de dónde venía, me metí en la cocina, pero no era de allí. Salí al patio y tampoco. Y, de repente, me encontré dos camiones de bomberos delante del bar". Habla José Antonio Rodríguez, de un establecimiento hostelero que está a dos pasos del inmueble afectado, donde las llamaradas saltaron con fuerza a las 22.30 del jueves. Ayer, los residentes pudieron regresar a sus domicilios porque "no hay riesgo de colapso inmediato", del bloque, según explicaron los técnicos del Ayuntamiento de Avilés.

La mañana de ayer fue la de los técnicos municipales y también la de la policía científica. "Hay que determinar la causa del fuego", explicaron. Y en eso están: las llamaradas salieron de la planta tercera y únicamente afectaron a ese piso. En el segundo quedó el olor ahumado y el primero está vacío.

El Ayuntamiento de Avilés señaló ayer por medio de una nota oficial que la cubierta del edificio "no presenta riesgo de colapso inminente". Los servicios técnicos inspeccionaron el edificio y de ella determinaron que "el fuego se mantuvo bastante localizado en la zona compartimentada del espacio abuhardillado existente entre el falso techo horizontal de la vivienda y los faldones inclinados de la cubierta. Por este bajocubierta, que no tiene un uso aparente, transcurren buena parte de los cables de la instalación eléctrica de la vivienda. Las llamas originadas en este espacio no llegaron a afectar directamente a la vivienda ubicada bajo el mismo, y sí lo hicieron en el propio bajocubierta, aunque de forma limitada". Por ese motivo, el gobierno local autorizó "el regreso al inmueble de los vecinos, con la excepción de los ocupantes de la vivienda siniestrada". "En este caso, y por efecto tanto del fuego como de la intervención posterior de los bomberos, la vivienda no se encuentra todavía en las condiciones mínimas de habitabilidad", explicó.

La situación del edificio del siniestro hace que sus vecinos sean muy conocidos en el centro histórico. Uno de ellos, que rehusó identificarse, comentó a este diario "que había recibido más de cuarenta llamadas telefónicas interesándose por todo". "Estábamos viendo la televisión, la dueña del piso de arriba me avisó de lo que estaba pasando. Vi las llamas por la ventana. Llamé al 112 y le dije a la familia que cogiera lo más imprescindible y dejamos el edificio", afirmó el hombre, que ayer atendía a los agentes de la Policía científica y a los técnicos municipales, los que subieron al tercero. Un susto que, por seguridad, les obligó a pasar la noche fuera.

Los dos camiones de Bomberos del principio recibieron muy pronto la ayuda de otras dos unidades. "Hasta las tres de la mañana, más o menos, estuvieron con el lío", señaló un trabajador de la calle de la Fruta. "A la hora en que empezó el fuego no había nadie en el bar, pero tampoco en la calle, quitando los cuatro de la terraza de un hotel próximo y de una pizzería. Con los bomberos ya aquí se levantó cierta expectación, pero la natural", comentó José Antonio Rodríguez.

Las huellas del incendio del edificio de la calle de la Fruta quedaron abandonadas en la puerta de un local vacío, al pie mismo del portal siniestrado. Lo que fue una mesa un día ayer sólo era madera carbonizada.