En pleno furor inmobiliario de una España que planificaba viviendas por millares, el concejo de Illas fue noticia de alcance nacional por plantear -y aprobar- un plan general urbano extremadamente severo con los aprovechamientos urbanísticos y que, en la práctica, solo permite construir vivienda unifamiliar y en unidades muy contadas. "Fue un acierto, no me cabe duda; por fortuna supimos blindarnos del desarrollo urbanístico salvaje y preservar nuestra identidad rural, algo de lo que ahora estamos recogiendo los frutos pues, por extraño que parezca, todos los años ganamos algún habitante, familias que comulgan con nuestro ideario de defensa de la identidad rural y quieren vivir en un entorno natural sin apenas adulteraciones". Así recapituló el alcalde, Alberto Tirador (IU), sobre el "plan antiladrillo" que su gobierno sacó adelante hace dos mandatos y que convirtió a Illas en un "bicho raro" del municipalismo español. Según indicó, las ambiciones locales se concretan en conservar el privilegiado entorno natural del que dispone y en sacar provecho al "sabor tradicional" que lo hace genuino; y todo esto en una comarca dentro de la que Illas quiere ser "un lugar de escape o donde tener un rato de asueto".