La formación de un nuevo Gobierno reaviva la esperanza que tienen las grandes industrias asturianas, consumidoras intensivas de electricidad, de que algún día se atienda su histórica reclamación de disponer de un marco energético similar al que disfrutan sus competidoras mundiales y, en especial, las europeas. En concreto, según se puso de manifiesto en una jornada sobre energía y competitividad empresarial que organiza desde ayer la Cámara de Comercio de Avilés, el sector defiende la implantación en España del mismo tipo de medidas que aplican países europeos como Alemania y Francia, entre otros: exenciones en el recibo de la luz (como el recargo por las primas de las energías renovables); supresión o minoración de ciertos "peajes" (costes indirectos asociados a la electricidad) y mejora de la retribución compensatoria que reciben los grandes consumidores y que en España importa 15 veces menos que en Alemania, por ejemplo.

El agravio que sufre la gran industria electrointensiva española -que en Asturias está ampliamente representada por Arcelor, Asturiana de Zinc y Alcoa, esta última asomada al precipicio del cierre precisamente por culpa del precio de la luz- dio pie a la presidenta del lobby español de industrias con gran consumo de luz (AEGE), Esther Alonso, a ser reivindicativa: "Necesitamos con urgencia el desarrollo de una política energética al servicio de la política industrial, no una estrategia sobre energía que sea un fin en sí misma".

El matiz de urgencia queda justificado, según el sector, toda vez que tanto se han estrujado ya los mecanismos alternativos para mantener la competitividad (aumento de la productividad, generación de economías de escala, esfuerzo en I+D, mejora de la eficiencia de los procesos...) que, literalmente, "hemos llegado al tope, no nos queda más recorrido" en palabras de Jaime Arias, director de la planta de Azsa en Castrillón.

Esther Alonso, que es también la responsable de energía y medio ambiente de Arcelor en España, detalló el origen del problema y sus consecuencias presentes: "La gran industria -y esto vale tanto para Arcelor como para Azsa o Alcoa- funciona en un ámbito donde carece de control sobre los precios de las materias primas y el producto final, que nos vienen dados por el mercado; tenemos un cierto margen de maniobra en términos de mejora de la eficiencia y desarrollo de I+D y nos movemos en un marco energético rígido e impuesto en función del territorio y que, en el caso de Europa, y de forma mucho más acusada en España, es especialmente gravoso. Y en estas condiciones, tenemos que vender fuera de las fronteras nacionales del orden del 60-70 por ciento de nuestra producción, compitiendo contra otros centros de nuestras propias compañías y contra el resto de empresas del sector que, por lo general, disfrutan de condiciones energéticas mucho más ventajosas. Este es nuestro paradigma: el coste energético marca la diferencia, en nuestro caso para mal".

Esther Alonso dio alguna pincelada numérica de este panorama sombrío: "El electrón cuesta de media en el mercado español 17 euros más que en el alemán". Y fue secundada en este propósito ilustrativo por Jaime Arias: "La eficiencia del mercado eléctrico español está en entredicho, baste ver que el diferencial con Alemania del precio "spot" (al contado) es de 18 euros megavatio-hora y el de futuro no mucho menos, 16 euros". Arias añadió, para empeorar la ecuación, el "sobrecoste" de 12 euros por megavatio-hora que abona la gran industria española en concepto de costes regulados en comparación con los países europeos más desarrollados: Alemania, Francia, Italia...

El director de la fábrica de Fertiberia en Trasona (Corvera), Jesús Alberto González, expresó la preocupación de su empresa por estar doblemente damnificada por los costes energéticos: el de la luz y el del gas natural, ambos de gran influencia en su estructura de costes. "El 92 por ciento del coste de producir una tonelada de amoniaco está vinculado al precio del gas natural, y resulta que en España lo hemos llegado a pagar hasta un 75 por ciento más caro que en Alemania. manifestó dando a entender que, en esas condiciones, "el margen comercial mengua y las posibles inversiones, así como la generación de empleo, se resienten".

Esther Alonso y Jaime Arias detallaron qué se puede hacer para revertir esta situación tan dañina para la competitividad de la gran industria española, unas recetas que, según comentaron, "emanan de las directrices comunitarias aprobadas para favorecer al sector" y que otros países aplican con una generosidad desconocida en España: aumentar la cantidad de dinero que se da a la industria electrointensiva como compensación por el elevado precio medio de la luz en Europa (Francia reparte trescientos millones anuales y España, sólo seis), eximir a las grandes industrias del pago de las primas por el desarrollo de las llamadas energías verdes, la exención, total o parcial, de otras tasas, impuestos y peajes y el mantenimiento del sistema de gestión de la interrumpibilidad (que de momento es la única medida en vigor para mitigar los altos costes eléctricos que soporta la industria electrointensiva española).