Los Antiguos Alumnos y Profesores del Carreño Miranda entregaron ayer sus reconocimientos anuales en un emotivo banquete en el Palacio de Ferrera en el que los más veteranos volvieron al pupitre. Fueron casi 150 los comensales en esta quinta edición de los Premios del Reconomiento, que fueron para los exalumnos Ernesto Martínez, Marisol Rodríguez de la Flor y José Luis Morán, y para los exprofesores José Manuel Feito y Esther López. El reconocimiento a título póstumo fue para el profesor José Benito Álvarez-Buylla Álvarez.

La gala comenzó con un homenaje a José Raúl Rodríguez Rodríguez, exalumno del Carreño que falleció hace unos meses, y contó con la asistencia de la alcaldesa de Avilés, que destacó el trabajo del colectivo organizador "por mantener activa la comunidad del Carreño Miranda". "Es muy importante que un centro educativo tenga esta capacidad de unión y actividad", destacó Mariví Monteserín.

"El instituto fue pionero en todo. Tengo unos recuerdos fenomenales. En la década de 1950 ya hacíamos viajes al extranjero. Fuimos a Bélgica, a la inauguración del Atomium, nos recibió Pío XII en Roma, hicimos intercambios con unliceo de Poitiers", explicó Rodríguez de la Flor.

Ernesto Martínez sostiene que en el Carreño se hizo "un paisano": "Con motivo del 75 aniversario del instituto escribí un artículo que se titulaba 'De aldeano a bachiller'. Yo venía de la aldea y se reían de nosotros porque decíamos muchas palabras en bable". En el centro educativo pasó José Luis Morán "los años más felices" de su vida. "Recuerdo con mucho cariño a compañeros y profesores, volvería otra vez", decía ayer emocionado; tanto como Esther López, durante treinta años profesora de francés en el Carreño. "Fue mi segunda casa", subrayó la homenajeada, que asegura llevar "en el corazón" a alumnos y compañeros, entre los que se encontraba José Manuel Feito, párroco de Miranda, que dio clases de Religión y también fue director espiritual en el centro.

Virginia Álvarez-Buylla recogió el reconocimiento a su padre, el docente José Benito. "Era un profesor magnífico y un verdadero sabio. Entendía la naturaleza humana y por eso comprendía tan bien a los alumnos. Siempre tuvo un cariño especial por el Carreño y por Avilés", aseguró.