La Cofradía del Colesterol Bueno HDL cumplió a finales del mes pasado sus primeros veinte años de historia. "Se dice pronto", subraya Sabino González con satisfacción. González es el tercer presidente del colectivo gastronómico y cultural avilesino. "Carlos Guardado y yo nos conocemos desde hace muchos años, desde el club juvenil. Lo veníamos hablando desde hacía tiempo: teníamos que juntarnos unos cuantos y hacer una excursión. Una tarde, en la cafetería 'My friend', nos lanzamos", cuenta Enrique Abarrio, el primer presidente del colectivo.

Y todo estalló el 24 de noviembre de 1996: los primeros cofrades del colesterol se lanzaron al camino y recorrieron a pie la distancia que hay de Avilés a La Callezuela. Allí, en la capital de Illas, fue donde se detuvieron. En La Tenada comieron un menú de superhéroes: pote berces, carne gobernada, cordero, huevos fritos, callos y demás... Todo junto. Abarrio se reivindica como el impulsor de aquel menú que llegaría a probar -a su manera- la entonces Princesa de Asturias, doña Letizia. "Decidimos repetir el encuentro cada año", apostilla González que reconoce, sin embargo, que "ya sin el menú pantagruélico".

El colectivo se convirtió en asociación en el año 2000. "Entonces fue cuando nos inscribimos en el registro de asociaciones y acordamos la vestimenta oficial (la capa roja que recordaba el colesterol bueno y la sangre)", señala González. Abarrio, que fue el primer presidente del colectivo gastronómico, recuerda que unía a los primeros cofrades el lema "de la gastronomía a la cultura o de la cultura a la gastronomía". Tras él, le tocó el turno a José Luis Valledor, que falleció recientemente. El tercero en tomar la batuta del colectivo ha sido Sabino González. Actualmente, forman parte de la asociación 145 personas. "Pertenecemos a la federación regional de cofradías gastronómicas y también a las federaciones nacional e internacional", subraya González.

Veinte años han dado para mucho: "Empezamos a viajar por Asturias, pero muy pronto nos pasamos a León, a Santander... También estuvimos en Galicia. Viajábamos, comíamos y consolidábamos nuestras amistades", apunta Abarrio. Los primeros cofrades no superaban los cuarenta años. "Pero muy pronto comenzaron a sumarse los padres de los amigos, los hijos... La variedad de edades fue muy importante", continúa Abarrio. "En un momento dado, por razones familiares, dejé la asociación. Los que nos relevaron retomaron el camino según mejor entendieron", reconoce el primer presidente del colectivo.

El colectivo contó con la colaboración del artista Ignacio Bernardo. "Fue él quien ideó el anagrama de la asociación", dice Abarrio. "Comenzamos a apoyar los libros de su hermano Jesús Bernardo y así fue como empezamos con los desayunos cardiosaludables y con otras actividades como los programas de salud bucodental en los colegios", apunta el primer presidente del colectivo. "En total hemos llegado a 22.000 personas", añade satisfecho de la labor del colectivo.

En los primeros tiempos -los de la fundación- el colectivo no dejaba de "ser un grupo de amigos" que viajaba junto, que conocía los secretos del cocido maragato y también de la propia Maragatería, apunta Abarrio.

De las localidades fronterizas del Principado, los miembros del Colesterol saltaron a Valladolid "e, incluso, Baena", apostilla Abarrio. "La reuniones con otras cofradías nos hicieron más grandes", subraya el fundador de la hermandad. "Una cofradía muy plural, de edades diversas... fue un tiempo muy enriquecedor", añade Abarrio.

Gracias al trabajo llevado a cabo por la Cofradía del Colesterol Bueno HDL, Avilés cuenta con un paseo saludable a un paso del Centro Niemeyer, un recorrido especial en el que los científicos más preclaros del país han dejado su firma y su palabra; un paseo de la fama de la salud. "Porque muy pronto decidimos dar un paso adelante y completar las actividades gastronómicas con actividades divulgativas", remarca González.