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El relato de dos asilados políticos amenazados de muerte en Venezuela

"El chavismo está acabando con nuestro país", afirman dos venezolanos refugiados en Avilés

"La persecución contra quienes disienten del régimen de Maduro es constante, y también la inseguridad; la crisis es total, no hay ni papel de toilette", sostiene el matrimonio

Por la izquierda, Gabri Fernández y Belén Fernández, con la perra "Betty", y María y Pedro, con "King Alejandro", de paseo por una calle de Avilés. RICARDO SOLÍS

El perro "King Alejandro", en la imagen, también es un refugiado, a su manera. Y es que durante el tiempo que sus dueños pasen en el piso de acogida él estará con una familia de Naveces, ya que las normas del piso no permiten animales. A su cargo estarán Belén Fernández y Gabri Fernández, después de que la organización Mundo Vivo hiciera un llamamiento por las redes sociales. Ellos ya tienen 12 perros -son los fundadores de "Amigos del galgo", dentro de la asociación "Amigos del perro"-, pero se ofrecieron a hacerse cargo del caniche.

"Lo que ocurre en Venezuela no sale en ningún sitio. El chavismo está acabando con nuestro país". María y Pedro -nombres figurados para garantizar su anonimato- llevan un mes viviendo en Avilés, donde descubren la sensación de poder caminar tranquilos por la ciudad, paseando a su perro, sin temor a un asalto o una amenaza. Ambos son refugiados venezolanos y pidieron asilo político en España por estar en juego su vida allá en su patria. Y consigo se trajeron a un perro que forma parte de la familia, "King Alejandro", que tiene diez años y que hasta ahora no sabía lo que era un paseo tranquilo de la correa. "Lo tengo desde que tenía un mes de vida", recuerda María. A quien le cuestiona por haber traído el perro responde: "Ya tuvimos que dejar a nuestras familias, nuestra casa, nuestro entorno... Emocionalmente es importante tenerlo aquí".

Pedro y María tenían ambos buenos trabajos en la administración del Estado, y su nivel de vida era bueno pese a las carencias del país. Vivían en un piso, en una urbanización de la capital, tenían coche y no les faltaba de nada. Sin embargo, hace un año y medio se vieron envueltos en un conflicto político y por no hacer la vista gorda frente a la corrupción de personas bien situadas del Gobierno de Nicolás Maduro pasaron a estar en el punto de mira. "Nosotros no podíamos defender un ideal que está dañando a nuestro país, acabando con la economía, con todo".

Comenzó de esa manera la persecución, las amenazas a sus familias; a Pedro llegaron a privarlo de libertad durante unas horas acusado de antirrevolucionario y su nombre acabó en una lista de traidores a la patria. "No teníamos un momento de tranquilidad. Y a todos los venezolanos nos agobia la misma inseguridad, tengas la clase social que tengas, al margen de la persecución política".

El relato que hacen estos refugiados de la vida en su país es el de una tierra donde la única regla del juego que funciona es defender ciegamente al Gobierno y al chavismo. A partir de ahí se permiten las corruptelas, los robos y los asaltos, que justifican esa sensación de inseguridad en la calle. "Hay mucha delincuencia y mucha impunidad". El propio Gobierno arma a grupos de civiles para organizar represalias, afirman estos refugiados políticos. Estos colectivos frenan, por ejemplo, manifestaciones, atacando los autobuses en los que se desplazan los manifestantes. Y la corrupción está altamente implantada en todos los estamentos de la Administración.

En cuanto a la crisis alimentaria, la situación es terrible, afirman. "No hay ni papel de toilette, ni medicinas, pañales para los niños, leche..." Tal es la situación que los pacientes que acuden a los hospitales públicos tienen que llevar de todo, hasta los guantes para los médicos, si es que pueden conseguirlo. "Y si no, te mueres. La cantidad de gente que muere en los hospitales es terrible, y las muertes de neonatos es impresionante. No tienen nada con qué atenderlos", asegura María.

El régimen chavista se sustenta en una entrega ciega de todos los ciudadanos, aderezada con demostraciones de apoyo a las que los trabajadores se ven obligados a ir so pena de perder el trabajo, incluso los militares, vestidos de civil, para hacer bulto.

Y pese a todo, María y Pedro hubieran seguido en Venezuela si no fuera porque sabían que estaban sentenciados, especialmente Pedro. "No sabía cuándo iba a acabar muerto". Por eso tomaron la decisión de dejarlo todo atrás, casarse para pedir las vacaciones correspondientes, y comprar dos billetes hacia España, con los documentos personales escondidos en el equipaje y sin pedir el permiso que era obligatorio. Nada más llegar a España, en Madrid, pidieron asilo internacional, y a través de la organización Accem, que trabaja con los refugiados, fueron destinados a Avilés.

Hasta dentro de seis meses no tendrán permiso de trabajo en España, y aprovecharán este tiempo para homologar sus títulos académicos. "Nosotros no vamos a ser una carga para el Estado español. Vinimos, lo primero, a solicitar su protección, y lo segundo, a servir a esta nación que nos ha abierto las puertas y nos ha dado tanto en tan poco tiempo". Su intención es encontrar trabajo, lo antes posible, y conseguir traer a su familia lo antes posible. Con el que ya se han reunido es con el perro "King Alejandro", al que dejaron durante un mes en Madrid en casa de unos venezolanos y que ahora acaba de llegar a Asturias, donde tendrá una familia temporal de acogida en Naveces.

¿Y por qué España? "La elegimos porque no está con el régimen dictatorial, y porque además es la Unión Europea, donde las políticas de protección de los Derechos Humanos son superiores a América", explican. Y rematan: "Confiamos en Dios y en que el Estado español nos pueda brindar ayuda y protección".

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