La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

NOELIA RODILES | CONCERTISTA Y PROFESORA DE MÚSICA

Feliz de haber dado con la tecla

La pianista avilesina formada en el Conservatorio Julián Orbón inicia el año con la agenda a tope: tiene recitales en el Auditorio Nacional y en el Teatro Real

Feliz de haber dado con la tecla

Noelia Rodiles (Oviedo, 1985) suele tener prisa. A las dos de la tarde tiene que coger el avión y ha quedado con LA NUEVA ESPAÑA a primera hora de la mañana. "Es que tengo unos ensayos en Barcelona y luego, la semana que viene, marcho a Zaragoza. Doy clases en el Conservatorio de Aragón desde septiembre, un día por semana", explica la pianista avilesina. "Avilesina de toda la vida", subraya. "Que en Oviedo estuvimos sólo unos meses, cuando yo era muy pequeña", aclara. Tiene tarea por delante: en enero tocará en el Auditorio Nacional bajo la dirección de Víctor Pablo Pérez. En febrero, en el teatro Real, un espectáculo de músicas basado en la Luna, en los crepúsculos... Luego participará en el concierto de Arte Sacro. Estará con la Orquesta Ciudad de Almería... Y esta misma semana protagonizó un recital en solitario "en casa", el que tocó para la Sociedad Filarmónica Avilesina. Schubert, Schumann y Bach, trío de ases para su público más fiel. "Mi madre lo pasa peor que yo en los conciertos, aunque ya consigue venir a verme", bromea Rodiles.

La avilesina comenzó a estudiar piano a los siete años y siguió la carrera hasta los veintitantos; es decir, hasta hace cuatro días, como quien dice. "Después del Grado Elemental, va el Medio, al final el Superior y, por último, el ciclo de perfeccionamiento", cuenta. La prometedora pianista "avildsina" decidió muy pronto que se iba a dedicar a la música, y más en concreto al piano, su pasión. Los padres de Rodiles ya están prejubilados: ella era maestra en el colegio del Quirinal y él trabajaba en un banco. "Apenas había rastro de músicos en casa", asegura. "La única, mi hermana Raquel, que ahora es ingeniera química, pero que empezó a estudiar música en el Conservatorio de Avilés y a mí me gustaba lo que hacía", subraya. Le gustaba tanto, de hecho, que hizo del piano su medio de vida. "Tengo mucha suerte: trabajo en lo que me gusta... y trabajo mucho", apostilla.

Rodiles es una abanderada del Conservatorio de Avilés. Pero no sólo ella: todos los que pasaron por sus aulas no cejan en su empeño proselitista; el centro avilesino "es de los mejores de España", subrayan. Y es que, según cuenta la pianista, "nos sacaban muy pronto a tocar; y es que a tocar se aprende tocando". La música es una de las señas de identidad de Avilés, lo recalca Rodiles. "Hacíamos viajes por Asturias, por fuera... Y todo eso te da tablas", apunta. "Espero que ese espíritu de unidad que nos ha hecho a todos nosotros músicos se mantenga siempre", proclama.

Pasó por las aulas del colegio del Quirinal y, después, por las del Número 5. Al final, por el Conservatorio de Avilés y por el de Madrid. "Y terminé el último curso Superior en Berlín, en Alemania", cuenta Rodiles. Entre medias también estudió viola: el Grado Medio. "Pero lo mío siempre fue el piano. Es un instrumento muy completo, el más completo de todos. Puede sonar como una flauta o como un 'tutti' de orquesta. Además, es el que mayor repertorio tiene. Eso me encanta", destaca. Y también destaca a los profesores que le enseñaron a darlo todo por la música: Ana Serrano, Yulian Pecheny, Alexander Osokin... "Y los de las asignaturas teóricas. Los mejores músicos se forman en Avilés", insiste en el piropo.

Desde hace algunos años se gana la vida como pianista. "El concierto más destacado en mis comienzos fue la primera vez que actué como solista. Acompañada por la Orquesta Sinfónica de Asturias toqué el concierto Número 20 de Mozart. Me dirigió César Álvarez", cuenta. "Antes había tocado otras cosas y me habían pagado, pero nada como aquello. Acababa de cumplir 18", señala.

Rodiles admite que siempre que sale al escenario tiene su aquel de tensión. "Pero procuro que no se note. Toco con naturalidad: es en lo que invierto mi ilusión", destaca. Esa ilusión se desbordó cuando este mismo año -en febrero- interpretó el concierto "Emperador", de Beethoven en la sala Tonhalle de Duseldorf: "Tocar a Beethoven a pocos kilómetros de su ciudad de nacimiento fue un momento especial, una sala maravillosa, con una gran orquesta...", admite una mujer que se revela como optimista nata: "No hay concierto que no te enseñe nada: de todos sacas algo de provecho, aunque tengas un instrumento que suene como una carraca... No hay concierto peor".

Compartir el artículo

stats