Con el reconocimiento a Yahya Zanabili finalizó ayer la ovación a los 70 trabajadores del Hospital Universitario San Agustín que recibieron el cariño de sus compañeros en la tradicional fiesta de Navidad. Una celebración muy especial en la que también se despidieron la hasta ahora gerente, Begoña Martínez, y el director, Javier Rodríguez. Con la música de guitarra de Gabriel Granda Martínez, alumno del Conservatorio, transcurrió el homenaje en el salón de actos, en el que no faltaron tampoco fotos para recordar a los profesionales que fallecieron durante el año.

"Yo siempre lo pasé muy bien aquí, empecé como celador y acabé como médico de rayos. Estoy feliz y contento con mis compañeros". De esta forma abrió Vicente Carbajo las intervenciones que varios de los profesionales homenajeados ofrecieron al público. Hablaron de la atención al paciente, de la oportunidad laboral que el centro hospitalario les ofreció, e incluso de la alarma por fenómenos paranormales que hubo en una habitación, generada por las vibraciones que causaba una máquina de afeitar encendida. También hablaron de futuro, como hizo Emilia Adán, quien prometió cuidar su hobby, la fotografía, y apuntarse a clases de arte o de historia. El mismo Vicente Carbajo cerró las intervenciones, para leer un texto de Mario Andrade y subrayar que "lo esencial es por lo que vale la pena vivir".

Y después siguieron los aplausos, porque el director, Javier Rodríguez, tomó la palabra para despedir a la gerente. "Ha sido un placer tenerte como gerente por tu capacidad de trabajar, tu tesón y sonrisa, pero sobre todo por lo gran persona que eres. Nos has dejado huella y puedes marchar con la cabeza muy alta", afirmó. La gerente recibió el pin conmemorativo del área sanitaria número tres, para que lo lleve en la solapa en calidad de embajadora del centro.

Y, finalmente, fue Begoña Martínez quien tomó la palabra para agradecer la oportunidad que tuvo como gerente del área sanitaria avilesina, y de las múltiples dificultades, relatadas en forma de cuento. Para despedirse dejó dos consejos: "Mirar a los ojos a los pacientes y no perder el compañerismo".