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El "rey" de las motos cumple 50 años

El taller Coronas se mantiene fiel a la filosofía de su fundador, Manuel Suárez: mimar los motores y buscar la manera de que todo tenga reparación

Javier Suárez Cano, con una Vespa antigua. A la derecha, Silvino López Coto, aficionado a las motos clásicas. MARA VILLAMUZA

La motorización avilesina en los años de la efervescencia industrial de mediados del siglo XX fue posible gracias a empresarios como Manuel Suárez Coronas, un vecino de Cadavedo (Valdés) que en 1961 y contando 16 años se afincó en Avilés con la esperanza de abrirse camino en el sector de la mecánica, una actividad que le apasionaba. Entró a trabajar como "guaje" en el taller Pablo del Quirinal y seis años más tarde, con una llave inglesa y un grupo de soldar por todo instrumental, apostó por abrir negocio propio a la vista de la creciente demanda de motos que había en la ciudad. Así nació Motos Coronas, que este año cumplirá cincuenta años en activo; el fundador ya se ha jubilado y el que mantiene en alto el pabellón del taller es su hijo Javier Suárez Cano, que si bien admite no tener las "manos" de su padre -que se ganó reputación de "genio" entre los aficionados a las motos- trata de seguir fiel a la filosofía fundacional del taller: todo tiene arreglo, pero la mejor manera de evitar averías es mimar los motores.

Hasta que la crisis se cebó con los talleres mecánicos -corría 2008- el futuro laboral de Javier Suárez Cano apuntaba a otros caminos bien diferentes a la mecánica: "Había hecho Empresariales y estaba en otros negocios, pero decidí reciclarme para que el taller perdurase y así fue como aparqué la corbata y me puse el 'mono'", explica. Como su padre, los conocimientos de Suárez Cano de las tripas de las motos son en buena medida de tipo autiodidacta, fruto de muchas horas metido en harina, desmontando y analizando los motores de los vehículos. Así es que luce unas manos embadurnadas de grasa que, junto al fuerte olor a gasolina que impregna el taller, le delatan como mecánico.

"No hay nada que no se pueda reparar, un punto de vista que en los tiempos que corren, invadidos por la cultura del usar y tirar y los ciclos cortos de vida de las cosas, suena a antiguo pero que inspira nuestra forma de trabajar y nos permite ganar la confianza de la clientela", razona el empresario. Para poder poner en práctica esa máxima del "todo es reparable", en Motos Coronas tienen el almacén lleno de piezas y recambios que no son fáciles de encontrar en el mercado -algunas tienen cuarenta años de antigüedad-, un auténtico museo de la moto que hace posible, por ejemplo, la intervención o restauración con garantías de vehículos de época, una de las especialidades de la "casa".

Con el aval de medio siglo de experiencia, Javier Suárez defiende que el mejor antídoto para evitar las averías de los vehículos es someterlos a una rigurosa política de mantenimiento. "Lo que está cuidado no tiene por qué dar problemas; casi todas las averías son debidas a cierta desidia en el cuidado de la moto", afirma este "doctor" avilesino de las motocicletas.

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