Bernardo Fernández dormía tranquilamente en su casa cuando se despertó sobresaltado. Un desconocido abrió la puerta de la habitación y después huyó, llevándose la televisión y 60 euros. Es sólo uno de los múltiples casos de robos cometidos en los últimos tiempos de Miranda. Tal es el hartazgo y el temor de los vecinos que ayer se concentraron en la plaza de Nondivisa e hicieron una pequeña marcha en grupo hasta la plaza de Santa Ana, donde se les unieron algunos de los feligreses que salían de misa y el cura José Manuel Feito. "No nos podemos callar más. Estamos muy indignados", afirmó Raquel Rodríguez.

Para los propios afectados resulta difícil estimar el número de robos, pero aseguran que los hurtos se han intensificado mucho en los últimos dos meses. Y son de todo tipo: desde maquinaria agrícola a dinero, pasando por joyas, electrodomésticos y medios de transporte, como bicicletas. No es de extrañar que haya vecinos que han comenzado a hacer patrullas nocturnas, por turnos, y otros que se organizan para contratar sistemas de seguridad y videovigilancia.

"Están entrando en nuestras casas continuamente, todos los días. En los últimos 15 días habrá habido unos ocho o diez robos", explicó una vecina indignada. Por eso el clamor por mayor vigilancia policial es unánime, y aseguran que las patrullas actuales son insuficientes. Hasta ahora las pesquisas realizadas por la Policía Nacional y por la Policía Científica no han sido muy fructíferas, ya que los cacos trabajan enguantados. No obstante los vecinos sospechan de dos o tres personas residentes en el entorno, algunos de ellos incluso menores de edad. Y también alertaron a la Policía de la presencia sospechosa de una furgoneta blanca con matrícula, según les dijeron después, falsa. En definitiva el temor y la desconfianza están a la orden del día, y los residentes en esta parroquia aseguran que ya ni cogen el teléfono a desconocidos ni se dejan abordar fácilmente con preguntas inocentes, por miedo a un engaño.

A María Jesús Corro le robaron todas las joyas y 2.300 euros que tenía en casa. "Me rompieron el cristal de la ventana y entraron cuando salí a tomar el café", explicó la vecina. Severino Mallada reclama una solución urgente porque no se imagina lo que podría ocurrir si entra en casa y pilla a los cacos. "Lo peor es el susto que llevas cuando ves que han entrado en tu casa. Tienes que salir de viaje y vas temblando", confesó Juana Mari Esteban. El radio de acción de los cacos es amplio, ya que también en unas fincas de La Carriona faltaron segadoras y aperos, tal y como contó José María Martín. "En Vidoledo nos robaron a cinco la misma noche", añadió Ana Rosa Dintén.

Margarita Rodríguez, que propició el encuentro, explicó que los vecinos habían quedado en volver a reunirse el sábado, a las 20.00 horas, en la Casa de Cultura, para buscar una estrategia y seguir demandando protección.