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ARMANDO SUÁREZ SOLÍS | Cirujano del Hospital San Agustín, se jubila tras 35 años

"El dolor, si es para algo, merece la pena y fortalece; el improductivo me molesta"

"El médico no puede ser un funcionario de ocho a tres; si operas por la mañana, la noche anterior tienes que repasar los pasos a dar"

Armando Suárez Solís, en el parque del Muelle. MARA VILLAMUZA

Armando Suárez Solís se jubila, pero sólo del Hospital San Agustín. Y obligado. Su actividad seguirá siendo prácticamente la misma que hasta ahora, seguirá pasando consulta en su clínica y aprovechará cada minuto en las actividades que le apasionan, como la música. Cirujano de aparato digestivo del San Agustín durante 35 años, estudió primero en Gijón, interno en la Inmaculada, y luego en el San Fernando. Confiesa que una de las grandes satisfacciones de su vida fue recibir la insignia de plata de su colegio. "Se agradece mucho la consideración de la gente que te conoce de cerca. Me gustan mucho las distancias cortas", confiesa este avilesino "de toda la vida".

-¿Por qué medicina?

-Si volviera a nacer volvería a ser médico. Tengo fotos con cinco, seis años, vestido de médico. Y cuando me operaron de apéndice sorprendí al cirujano por estar leyendo la lección de ciencias naturales de aparato digestivo. Me siento muy bien cuando soluciono un problema a alguien. Y si es un problema médico, más.

-¿Le viene de familia?

-No, en mi familia no había ninguno, yo fui el primero. No hay tradición ninguna. Mi padre era viajante de comercio. La medicina es cuestión de constancia, dedicación, esfuerzo. Y luego tiene un plus de empatía, en el sentido etimológico de la palabra, de compadecerse, de padecer con. De ver que tú puedes ser esa persona un día. Y eso siempre lo he tenido delante.

-Ha tenido una larga carrera vinculada al San Agustín, que acaba de cumplir 40 años.

-Yo de aquella, en 1976, estaba en el Hospital General, que fue en su momento una referencia en toda España. De hecho el sistema médico empezó en el Puerta de Hierro en Madrid, en San Pablo en Barcelona y en el Hospital General de Asturias.

-Un buen sitio, entonces, para comenzar.

-Para mí desde luego que sí. Se trabajaba mucho. Era un sistema en el que no había horarios. Igual llegabas a las ocho y media de la mañana que a las ocho menos diez y luego al acabar la guardia, si había trabajo, te quedabas a ayudar, no había límite. Allí hice residencia, internado, residencia en Cirugía, y me formé muy bien. Fue un hospital de referencia. Tuve la suerte de trabajar con García Morán. Y después hice el examen a nivel nacional para escoger plaza, y escogí Avilés. En 1982. Pensaba haberme quedado en La Florida, donde hice un curso de posgrado, pero luego por la familia y demás me vine para aquí.

-La empatía le hará recordar a muchos pacientes, muchas circunstancias.

-Sí, con nombres y apellidos. Algunos porque fueron situaciones muy difíciles que te pusieron a prueba, que peleaste hasta la extenuación. Sin hacer encarnizamiento terapéutico, pero mientras exista la posibilidad? A mi me molesta mucho el dolor improductivo, el dolor para nada. Si es para algo, merece la pena y te hace fuerte después, porque has vencido algo que pensabas que no podías con ello.

-Pero habría muchos pacientes con dolor improductivo.

-Sí, eso es muy duro? Al paciente no le puedes decir más de lo que quiere saber, más de lo que te pregunta. La gente sabe lo que quiere saber. El paciente no es un niño, tiene que saber lo que pasa, pero tiene que saber lo que él quiere saber. Ahora se ha pasado de la medicina de protección a que el paciente sea responsable de lo que está pasando.

-Y usted aboga por el camino intermedio.

-Claro. Al paciente no hay que decirle lo que no quiere saber. No somos todos iguales. No puedes tratar a todo el mundo igual. Y el paciente lo sabe, se da cuenta. Yo lo sé, que también soy paciente. Hay que hacer un balance de conocimientos y humanidad. Es fundamental para que el paciente se sienta singular.

-¿Qué tal es un médico como paciente?

-Mal paciente. El médico a veces lo que recomienda a otros él no lo hace. Estás inmerso en el trabajo, no eres consciente de que eso a lo mejor te va a tocar a ti? Es triste, teniendo el conocimiento y sabiendo que te puede pasar, no lo haces. El médico, sobre todo los cirujanos, sufren mucho. El quirófano es un mundo aparte.

-¿Y eso?

-El trato con el paciente es muy directo. Y luego está en un escaparate permanente que te obliga a tomar decisiones sobre la marcha. Tienes que tomar la decisión adecuada en el momento adecuado. Lo importante es a quién operas, a quién no, qué le haces y en qué momento se lo haces. Eso es lo que va a marcar mucho el curso del éxito o fracaso de una cirugía. Hombre, el gesto técnico es muy importante, pero si lo otro no va bien, puede haber problemas. Y eso lo da la experiencia. El haberlo vivido o el haberlo visto. Por eso la formación es muy importante. El médico vive metido en la batalla de las guardias, de las noches, de tomar decisiones? la gente no se da cuenta lo que es eso.

-Y pese a todo eso, ¿volvería a escoger la misma especialidad?

-Pese a todo esto. Yo he disfrutado con los retos. Me gusta resolver problemas. La cirugía me permite que mi incidencia en el paciente sea mayor. Cirugía digestivo y mama. Mi generación se formó también en tiroides. Luego el tiroides pasó a manos de otorrino, nosotros ya estábamos sobrecargados.

-Habrá visto muchos cambios en la medicina.

-Muchos. Vimos llegar la ecografía, el primer escáner, el acelerador de electrones, los marcadores tumorales, la medicina robótica, laparoscópica? Muchísimas cosas que eran impensables. Y hemos tenido que hacer un esfuerzo muy grande permanentemente. Requiere una actualización constante. El médico no puede ser un funcionario de ocho a tres. Si operas por la mañana, la noche anterior tienes que repasar los pasos que dar. Es como el músico, tienes que hacer memoria digital, porque los dedos no van solos. La felicidad es directamente proporcional al disgusto que te llevas si las cosas van mal. Porque al fracaso no te acostumbras nunca.

-Y puede ocurrir en cualquier momento.

-No hay cirugía pequeña. Cualquier cirugía se puede complicar. No se garantizan los resultados, se garantiza que se ponen los medios y la técnica adecuada al momento en que se está haciendo. Pero los resultados no se pueden garantizar nunca.

-Pero el balance general es satisfactorio.

-Hay dos momentos muy importantes: por la noche cuando te acuestas y por la mañana cuando te afeitas. No hacer las cosas para gustar, sino hacer lo que tienes que hacer, no buscar el aplauso, aunque a veces lo necesitas. Y ser muy exigente contigo mismo.

-Es usted también músico, ¿empezó en la tuna?

-No. Yo dejé la música por la medicina. Fui parte de "Neocantes", éramos siete y grabamos un disco en Madrid en 1973. Empezamos en la misa de juventud con Montoto, en San Nicolás de Bari. La iglesia se ponía hasta atrás. Pero en sexto de carrera dije: "Se acabó". Y abandoné la música hace cuatro años. Hice una prueba para el "Ochote Asturias". Y ahí empecé. Estoy también ahora con "Los Linces", soy de los últimos que entró. Con ellos toco el bajo eléctrico. Y en Gijón tenemos un grupo de boleros, "Son del Carmen". Ahora tengo la mañana un poco más desocupada. El tiempo es muy importante en medicina.

-¿Qué quiere decir?

-La diferencia entre la medicina pública y la privada es el tiempo. Los médicos necesitamos tiempo para ver los pacientes. Y aún sigue siendo fundamental la historia clínica. Una buena historia clínica reduce las peticiones de pruebas, porque tiras ya con bala, no con cartucho. Pero hacer una buena historia clínica lleva tiempo. Y el tiempo en consultas está limitado porque hay mucha gente y tienes que verlos bien. Como no quieres equivocarte, pues pides muchas pruebas. Es la pescadilla que se muerde la cola.

-¿Le da para más el tiempo?

-Fui vicepresidente del Colegio de Médicos de Asturias, hasta estos días, en que ha habido elecciones. También soy vicepresidente de la Asociación Económica de Amigos del País. Como soy de Avilés de toda la vida y la entidad intenta promocionar la cultura en Avilés, el dinamismo social? me pareció útil. Llevo un año. Además voy al gimnasio a primera hora, sigo estudiando por las noches... Duermo lo suficiente para que el tiempo en que estoy despierto, funcione.

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