El Puerto de Avilés vivió el año pasado los ajetreos propios de quien se sube a una montaña rusa, en su caso con final relativamente feliz, pues la cifra final de tráficos (4.971.468 toneladas, un 3,91 por ciento menos que en 2015) roza el objetivo deseable de los cinco millones de toneladas y garantiza con creces el cumplimiento del objetivo de rentabilidad. El año portuario comenzó con la expectativa de lograr una cifra de actividad de 5,07 millones de toneladas, objetivo que hubo que revisar en primavera a la vista del bache en el que entraron los tráficos. Entonces, se puso como horizonte lograr 4,78 millones de toneladas, pero ese cálculo también falló, esta vez por defecto; durante el verano, y especialmente en el último trimestre, las empresas que operan en los muelles dieron un tirón y mejoraron los tráficos hasta lograr cerrar el año a apenas 29.000 toneladas de los 5 millones. "Ha sido un buen año, con vaivenes, pero bueno en términos generales", resumió ayer el presidente de la Autoridad Portuaria de Avilés, Santiago Rodríguez Vega.

Así como las cifras de actividad global fluctuaban conforme iban pasando los meses, también los diferentes tráficos de los que subsiste el puerto de Avilés tuvieron sus más y sus menos en 2016. El carbón, que irrumpió con gran fuerza en los muelles locales en 2015, sufrió un leve pinchazo de 81.000 toneladas durante el último ejercicio; los abonos que exporta Fertiberia pasaron una crisis en el primer semestre del año, si bien volvieron por sus fueros en el segundo; y el cemento ha dejado de ser un tráfico avilesino debido a la decisión de Tudela Veguín de operar desde Gijón. "No se trata de una marcha definitiva, de hecho aspiramos a recuperar los barcos de cemento en el futuro", manifestó Rodríguez Vega al ser interpelado por la decisión de la cementera asturiana, que no soportó la fuerte presión medioambiental a la que el Puerto somete de un tiempo a esta parte a las empresas que trabajan en sus instalaciones.

Por su parte, los tráficos con mejor comportamiento fueron los relacionados con Asturiana de Zinc -que firmó otro récord de producción en 2016- y las piezas de calderería que fabrican los talleres de la ría y que tienen como principales clientes al sector energético, especialmente el eólico. La ganancia de tráficos vinculados a estas mercancías fue lo que evitó un desplome de la cifra de actividad portuaria.

La pesca, pese a no tener apenas relevancia en términos de toneladas, cerró un año nefasto, con un descenso de la cifra de descargas del 24,69 por ciento. "Para la rula fue un año muy complicado y es imposible aventurar qué va a pasar en 2017; no obstante, nos esforzaremos en gestionar la instalación de la mejor forma posible para revertir la situación", declaró el presidente del Puerto, cuyo consejo de administración precisamente adjudicó ayer a la sociedad gestora de la lonja la explotación del surtidor de gasóleo que abastece a los barcos pesqueros y deportivos, hasta este momento en manos de la cofradía de pescadores, que recurrió sin éxito contra esa decisión.

"Para 2017 esperamos cifras muy parecidas a las del año pasado, lo cual garantizaría que el Puerto se mantiene dentro de los márgenes que permiten obtener superávit y cumplir con el objetivo de rentabilidad", avanzó Santiago Rodríguez Vega.