La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Angelín, un ganadero de cine

El dueño de la cuadra más grande de Avilés abrió, junto a un hermano, la sala María Alicia en 1958

Ángel Fernández, en el interior de su cuadra de Valliniello. MARA VILLAMUZA

Ángel Fernández Fernández es conocido por Angelín, aunque a primera vista no invita a diminutivos. Es un paisano grandón, tiene 79 años y dirige, junto a un hijo, la ganadería más grande de Valliniello, con 120 cabezas. Pero su cuadra no es solo la más grande de Avilés sino una de las diplomadas más antiguas de Asturias según consta en un título que cuelga de la pared del salón de Fernández, datado el 27 de julio de 1970. Unos años después, en 1977, fue el entonces rey Juan Carlos I el que le otorgó la Orden del Mérito Agrícola. Y siguiendo con los reconocimientos, LA NUEVA ESPAÑA le nombró "Asturiano del año" en 1979.

Angelín es ganadero desde la cuna. Sus padres tenían vacas, ocho. Pero la llegada de Ensidesa dio la vuelta al barrio que le vio nacer. "Expropiaron mucho terreno y nosotros nos quedamos sin nada", explica el ganadero, que vio cómo el esqueleto de la empresa siderometalúrgica ganaba espacio en Quinta Medero, un lugar ahora inexistente donde dio sus primeros pasos. "Ensidesa hizo mucho daño pero también es verdad que dio de comer", aprecia. Ángel Fernández sufrió años después otra expropiación, la del cinturón medioambiental de Valliniello.

La familia de Fernández se quedó sin nada, sin vacas. Angelín decidió con uno de sus hermanos abrir un cine, el María Alicia, que se inauguró en Valliniello el 24 de abril de 1958. "De aquella los cines estaban de moda. Yo era el proyeccionista y mi hermano llevaba el contrato de las películas", apunta. Hasta 1972 Valliniello tuvo estrenos. "Con la llegada de la televisión el cine fue a pique y tuvimos que replantearnos el futuro. Mi hermano abrió mueblería y yo tiré por la ganadería: soy ganadero por vocación", confiesa. Ángel Fernández Fernández fue uno de los primeros seis jueces que hubo en España y el primer ganadero que hizo inseminaciones artificiales en Asturias sin ser veterinario. Siempre fue un pionero, y ahora, un hijo, también Ángel Fernández, sigue sus pasos.

"Hace 18 años me operé de menisco y por aquel entonces mi hijo estaba estudiando perito, pero decidió seguir con la ganadería", aprecia. Ahora, la ganadería ordeña 2.000 litros diarios de leche. En el año 2011, Fernández hijo, siguió innovando desde Valliniello sumándose a un proyecto para mejorar la calidad de la leche con la conexión de ganaderos y laboratorios lecheros a una plataforma informativa con móviles "inteligentes".

"La calidad de la leche asturiana es impresionante, y también son impresionantes los controles que pasan los animales. Si a las personas nos hicieran las mismas pruebas cada día no harían falta centros de salud porque estaríamos todos sanísimos", dice con humor Fernández padre, que se pone serio cuando analiza el presente de la ganadería: "Si de algo estoy seguro es de que la ganadería está pasando por una de las peores épocas".

Este profesional, además de proyeccionista y ganadero, fue también concejal en el Ayuntamiento de Avilés con Suárez del Villar. "Tengo el orgullo de haber impulsado el pabellón de exposiciones de La Magdalena", descubre. De su currículo laboral no se arrepiente de nada. "Siempre hice lo que me decía el corazón", reconoce. Angelín Fernández asegura que siempre pudo vivir "muy dignamente" de la ganadería. "Viajé por toda Europa", asegura. Pero los momentos duros, agrega, fueron muy duros.

"Cuando te toca empezar de cero hay que pensar hasta en el perro; es decir, hay que decidir bien y rápido qué hacer, cómo y que salga bien", comenta Fernández, un enamorado de Valliniello que se queda con la vista que hay de Tuñes desde la carretera a Gozón. Este paisano grandón es padre de dos hijos y abuelo con uno de sus dos nietos en camino.

Es también "del Navarro a muerte". Y un ganadero que se emociona cuando recuerda a su madre: "Era una institución en Valliniello. Fue admirada y querida por los inmigrantes que llegaban a trabajar al pueblo; a ninguno le faltó un vaso de leche", dice. Porque para eso, agrega, están las vacas en su ganadería, para dar leche al que tiene sed.

Compartir el artículo

stats