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Valliniello tiene el futuro en pendiente

El área industrial prevista en Retumés se ha convertido en un regalo envenenado para los residentes en la zona Las dificultades orográficas y económicas han relegado el plan, lo que limita a los vecinos para actuar sobre sus propiedades

Arriba, casas en Valliniello. Debajo, José María Castelo y Emilio González (detrás), en Los Guardados. MARA VILLAMUZA

Valliniello es rural, pero también industrial. Tanto, que este pueblo que une Avilés con Gozón lideró hace no muchos años las listas por contaminación. Un vertedero, antes de Cogersa y ahora utilizado por Arcelor-Mittal, una cantera, la del Estrellín, los tanques de amoniaco de Fertiberia, el corazón de la extinta Ensidesa, la subestación eléctrica de Tabiella y parte de Alcoa son solo un ejemplo de las fábricas que aún hoy laten en un barrio donde, por haber, hubo hasta una planta de Productos Dolomíticos hora derribada en parte. Los vecinos reclaman compensaciones. Dicen que Valliniello arropó un progreso envuelto en humos y, a cambio, no recibió nada.

El listado de deberes que ponen los residentes en el barrio a empresas y administración es importante. Pero hay un proyecto que para un grupo de vecinos es crucial en beneficio propio y para la supervivencia de Valliniello: el polígono industrial de Retumés, un plan que se presentó hace ya más de una década. Aquel proyecto tan ambicioso que iba a beneficiar a los habitantes de la zona y a muchos empresarios quedó sin oxígeno, asfixiado. Y los paisanos urgen ahora que se reactive.

José María Castelo vive en Los Guardados y es uno de los "afectados de Retumés". En la casa de Castelo la maleza ocupa buena parte de su finca, un terreno hace años mimado. "En el año 2005, nos pusieron la miel en la boca. Entonces yo dejé abandonado el jardín porque supuestamente me lo iban a expropiar. ¿Ahora qué?", se pregunta el afectado por la parálisis del plan, que lanza otra pregunta a la administración: "Si ahora quiero vender la finca, ¿cómo hago?". Los vecinos de Valliniello viven en el limbo urbanístico, sin poder arreglar ni vender sus casas a la espera de una expropiación que ahora parece más lejana que nunca.

El área de suelo industrial prioritario de Retumés se ha convertido en un regalo envenenado para los vecinos y propietarios de las fincas, que desde 2005, cuando se anunció el proyecto, viven prácticamente con las maletas hechas. El Ayuntamiento recalificó los suelos para uso industrial, y en abril de 2008, el Principado, el Ayuntamiento y Sogepsa firmaron un acuerdo para la puesta en marcha de este proyecto. Dificultades orográficas y económicas han venido a relegar el plan al último de los cajones. El futuro de Valliniello está, pues, en esa pendiente.

Emilio González Muñiz es otro de los muchos afectados por el "plan de Retumés". Los vecinos fueron abandonando ganaderías, cuadras y fincas productivas con un sueño que se llevó el viento en Valliniello cuando los que más esperaban un soplo de aire fresco. Por eso, insisten en soluciones, y piden oportunidades.

Valliniello acogió empresas, industrias y también a la mayoría de los inmigrantes que allá por los años cincuenta del pasado siglo llegaban a Avilés con las maletas vacías en busca de "El Dorado". Los del barrio también acogieron la Ciudad Promocional, una especie de experimento destinado al realojo temporal de hasta 36 familias gitanas. Y convivieron muchos años rodeados de precariedad en La Cabián. Pese a estar a escasos dos kilómetros del centro de la ciudad, esta zona se ganó en su día a pulso el título del "Bronx", salvando todas las distancias con Nueva York. Ahora, la mayoría de las casas están con las ventanas tapiadas, en La Cabián hay paz. Pero ningún servicio, ni uno.

Los vecinos urgen ante todo esto mejoras y que alguien gire su rostro hacia Valliniello para ver cómo está este barrio que ocupa ocho kilómetros cuadrados, un tercio del total de Avilés, que tiene 24. Los lugareños, agrupados en la asociación de vecinos "Fernández Carbayeda", colectivo de amas de casa, el Navarro Club de Fútbol y el grupo parroquial quieren un futuro para un pueblo siempre solidario que todavía hoy sigue regalando oportunidades desde la casa "Luz Rodríguez Casonava", un chalé gestionado por Cáritas en el que decenas de personas están empeñadas en abandonar adicciones y mendicidad y normalizar su vida.

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