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MAIKA MAKOVSKI | Cantante y compositora, actúa este sábado en el teatro Palacio Valdés

"Escribir es una labor íntima; el escenario, algo espontáneo"

"Estoy enamorada de los teatros; al Palacio Valdés lo tengo dentro de mi top de los cinco mejores"

Maika Makovski.

Saúl FERNÁNDEZ

La cantante y compositora mallorquina Maika Makovski (1983) presenta este sábado en Avilés su último disco "Chinook Wind". La cita es en el teatro Palacio Valdés, a partir de las 21.00 horas. Conversa por teléfono con LA NUEVA ESPAÑA.

-La primera vez que estuvo en Avilés fue cuando "Desaparecer".

-Fue un regalo del cielo. Me ayudó a apostar por lo bello y por mí misma. Antes de aquello pensaba que lo feo tenía una realidad especial. Fue fantástico. Además, estaba con Juan Echanove.

-Y luego hizo "Forests". ¿Cómo fue trabajar con un tipo como Calixto Bieito?

-Entre medias había hecho una obra en Múnich. Me habían contratado para componer su banda sonora. No salí en ella. Yendo a su pregunta, me resultó muy fácil trabajar con Bieito porque congeniamos muy bien. Con él, no me hacía falta hablar mucho. Creo que compartíamos el mismo universo.

-Y eso que no pensaba en hacerse actriz.

-Habría que preguntarle a él qué vio en mí para proponérmelo. Me llamaron para hacer unas canciones y, al final, quedé como actriz.

-¿Repetirá?

-No lo sé, ahora estoy con la gira.

-Aquellas fueron obras absolutamente diferentes.

-Trabajar en "Desaparecer" fue para mí muy natural. Me inspiraba en los poemas de Edgar Allan Poe para componer mis canciones. Fue fácil. Lo de "Forests" fue otra cosa: la inspiración era William Shakespeare y no es fácil. Habla en un inglés que ya no se usa. Cuando me encargan este tipo de trabajos busco hacer música que me complazca a mí misma. No era sólo una banda sonora. "Forests" me costó más porque yo no quería dejar de ser yo misma. Creo que al final superé la prueba.

-Y con nota.

-Me dieron un "Max".

-Y eso que la obra no se vio demasiado.

-En España, estrenamos en Avilés. Íbamos a haber hecho temporada en Barcelona, pero no pudo ser. Siendo una obra en castellano, catalán e inglés se vio más en el centro del país, en Madrid, en Toledo.

-No hemos hablado de su afición a los teatros.

-Estoy enamorada. El Palacio Valdés es uno de los que tengo en mi top cinco. Con el Arriaga, de Bilbao, o el Romea, de Barcelona. Este quizá más que por el edificio, por su relación con mi vida.

-Su anterior disco fue producto de un "crowdfounding".

-Se llamaba "Live Apolo", un disco directo. La industria discográfica quería grabarlo, pero tenía mis dudas de que lo pudieran hacer como tenía pensado. La idea era muy especial: quería pintar las 225 portadas a mano. Salieron las fundas de los vinilos en blanco, las coloqué en el suelo todas juntas. Salió un cuadro de 5x 5 y durante tres días estuve pintándolo. Lo di todo, al tercer día casi me desmayo, pero estuvo bien. Lo que se llevaron mis mecenas fue una parte de un gran cuadro. Pensé que de esa manera iba a poder hacer un buen regalo a todos ellos.

-¿Qué cambia esta gira con respecto a la anterior, a la de aquel directo?

-Muchísimo. Aparte de las salas -auditorios y teatros-, la banda. Ahora viajo con un cuarteto de cuerdas, una trompa, una batería. Y mis guitarras.

-¿Y el teclado?

-Esta vez no.

-¿Es más feliz escribiendo o en la escena?

-Las dos cosas me son naturales. La escritura es una labor íntima y el escenario, espontáneo; grabar, una ficción. Finge la espontaneidad del directo y la intimidad de la escritura.

-¿Quedó contenta con su último disco?

-No me complace del todo, aunque estoy muy contenta. Entiéndame: me satisface muchísimo, pero siempre se puede mejorar. Le diré que me he dejado ir con este trabajo.

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