Los mejores expedientes de la Formación Profesional en Avilés tienen nombre de mujer. Irene Menéndez Sevillano y Patricia Suárez Rubio son dos ejemplos de superación. Sus trayectorias como estudiantes y también como trabajadoras así lo confirman. Sus vidas se han cruzado esta semana en la entrega de diplomas que ratifican sus valías, pero tienen otros elementos en común, entre ellos, haber cursado estudios universitarios antes de acceder a un ciclo en Formación Profesional.

Irene Menéndez Sevillano, de 35 años, es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo. La dificultad de acceder al mercado laboral en Asturias la llevó a trasladarse a Madrid, donde durante diez años trabajó en unos grandes almacenes, pero el deseo de retornar a la tierra para estar cerca de los suyos la trajo de vuelta a casa. Durante el tiempo desempleo estudió Comercio y Marketing en el instituto Menéndez Pidal y, al mes siguiente de finalizar el periodo de prácticas, fue contratada por una firma de ropa. Su vida volvía a empezar, esta vez con una formación específica en la actividad que continúa desempeñando. "Con los estudios de FP aprendí a ver el por qué de muchas de las cosas que se hacen en una tienda, como por ejemplo colocar de una determinada forma un artículo. Ahora actúo con conocimiento", señala para reconocer que el ciclo formativo "fue sencillo porque ya tenía un hábito de estudio".

Por su parte, Patricia Suárez Rubio, de 28 años y natural de San Martín de Podes, en Gozón, es Ingeniero Técnico Industrial y graduada en Ingeniería Mecánica, estudios universitarios que no le facilitaron entrar en el mercado laboral por lo que decidió matricularse en el Centro Integrado de Formación Profesional en la rama de Instalaciones y Mantenimiento. Las prácticas obligatorias para la obtención del título le llevaron a Pemesa y, en esta empresa de reparación de válvulas y bombas, continúa ahora como ingeniero técnico.

Trabaja en un ambiente cien por cien masculino. Es la única mujer en una empresa de 40 trabajadores, pero ello no le supone problema alguno. "Me siento muy bien desde el primer día. No tengo ninguna queja", señala, para destacar que su sector está en manos de hombres, aunque "en la escuela había entre un 30 o 40% de alumnas". "No así en FP, donde éramos sólo tres chicas", dice.

Con la mirada puesta en el futuro, Patricia Suárez Rubio dice verse en la misma empresa. De momento, está en la oficina técnica y realiza "planos, informes sobre reparaciones en el taller y salgo algo a planta".