El carguero holandés "Happy Buccaneer" alberga desde anoche en su bodega la primera de cinco colosales piezas metálicas que ha fabricado en su taller del parque empresarial de Avilés la empresa de ingenería y calderería pesada Idesa (Grupo Daniel Alonso) para ser instaladas en una refinería de petróleo de Perú. El embarque del primero de esos ingenios -que pesa 714 toneladas y mide 28,4 metros de largo por 18,2 y 18 de ancho y alto, respectivamente- requirió de la participación de un grupo de unas treinta personas que desde las ocho de la mañana y hasta bien entrada la noche se esmeró en que toda fuera como la seda.

"Se trata de una operación lenta, hay que coordinar a mucha gente y hacer muchas comprobaciones para que nada falle; la seguridad es vital", explicó uno de los supervisores del embarque, que tiene a la empresa asturiana Marítima del Principado como consignataria y estibadora. Tan lento fue el proceso de carga que, una vez enganchada por las grúas del barco, la pieza tardó más de seis horas en ganar la bodega, siendo izada y desplazada milímetro a milímetro -de forma inapreciable para el ojo humano- mientras el buque modificaba sus lastres para mantener en todo momento un equilibrio perfecto y evitar peligrosos movimientos de escora.

Para la jornada de hoy, la previsión es cargar las dos piezas más pequeñas del lote de cinco que ha fabricado Idesa para Perú y mañana será el día en que suba a bordo una tercera que, por su longitud de 73,6 metros, constituye un récord portuario; se trata del mayor equipo fabricado en Avilés nunca embarcado en los muelles. La operación tiene visos de ser espectacular.

Fuentes de la empresa fabricante de estas piezas colosales cifraron en un año el tiempo aproximado de trabajo invertido en el proyecto, cuya principal dificultad técnica radicó en el uso de varios tipos de aceros y otros materiales para dar forma al diseño que habían desarrollado primero los ingenieros. A sumple vista, las piezas llaman la atención por sus dimensiones, pero aún es más asombroso saber que en su interior portan un laberinto de paneles, celdas y tuberías. "Y todo tiene que encajar al milímetro en el rompecabezas de la refinería para la que están destinadas cuando lleguen a su destino", destacó una responsable de Idesa.