A Elías Fernández Pire las malas noticias le llegan a pares. Porque a la preocupación por su salud, tras operarse de un cáncer de colon rectal y estar sometido actualmente a otras pruebas oncológicas, se suma la de quedar, de la noche a la mañana, en el paro. Una revisión de oficio de la Seguridad Social le retiró la incapacidad -y la pensión correspondiente- que tenía concedida desde finales de 2015. Y todo, asegura, en base a un informe que contiene falsedades: "El médico que hizo la revisión puso que andaba de cuclillas perfectamente... Es mentira. Lo único que hizo fue flexionarme las rodillas en una camilla. Y además no tuve ninguna mejoría ni cambio en la enfermedad desde que pasé la primera revisión a esta segunda, más allá de que había terminado los ciclos de quimio". Esa revisión, realizada en noviembre de 2016, afirma que está apto para trabajar, sin ningún grado de incapacidad.

Pero Fernández sostiene que es incapaz de incorporarse al mercado laboral, y mucho menos en el campo en el que él tiene largos años de experiencia, en el de electricista industrial de montajes eléctricos. "Eso conlleva movilidad geográfica, nacional y en el extranjero, ambientes tóxicos y penosos con grandes esfuerzos físicos, trabajos en altura, terrenos irregulares, cambios bruscos de temperatura y largas jornadas laborales, incluido festivos", asegura. "Aparte de la merma física y psíquica que tengo de las secuelas, tanto del cáncer de colon, como las de traumatismos óseos que me impiden realizar mi profesión, me va a ser imposible atender el cuidado de mi enfermedad debidamente. Creo sinceramente que esto es una irresponsabilidad del Instituto Nacional de la Seguridad Social y atenta contra mi salud", sostiene.

La situación laboral de Fernández, que pasó por un buen número de empresas sin cesar su historial laboral, se trocó con la llegada de la crisis. En 2012, tuvo que hacerse autónomo y así aguantó unos meses, hasta que definitivamente quedó en el paro. Él y su mujer, Begoña Esmoris, regresaron a su Avilés natal, y fue cuando le diagnosticaron el cáncer de colon. La operación fue en junio de 2015, en el Hospital San Agustín. Una vez realizada, solicitó la invalidez, que le fue concedida. Absoluta y permanente. Pero a penas duró un año.

Además de las secuelas del cáncer y de un pólipo cuyos resultados aún no conoce este avilesino tiene osteocondritis en la rodilla izquierda y una hernia discal. Cuenta, además, con una incapacidad del 41 por ciento reconocida por el Principado. Estos argumentos constan en su informe de alegaciones, que también fue rechazado. "Ni las miraron", sostienen Fernández y Esmoris. Por eso, ahora no les queda más remedio que acudir a la vía judicial para intentar que el juez les de la razón. "Dudo que ninguna empresa me quiera con las secuelas que tengo, pero es que tampoco estoy capacitado", afirma este hombre, a quien las preocupaciones le dejan insomne. "A los médicos les parece muy raro que me retiren la incapacidad... Se conoce que intentan echar fuera a todo el mundo", remata el afectado.