"Es necesario reconocer que se ha producido un cambio importante que ha generado frutos, aunque probablemente se esté muy lejos de alcanzar los principales objetivos". Así valoró ayer el profesor de Geografía de la Universidad de Oviedo, Manuel Maurín, los resultados que la concienciación social han permitido en la conservación del medio ambiente. Y añadió que, además de los retos heredados de generaciones anteriores, actualmente hay nuevos frentes de lucha que están teniendo cierta importancia. Pero de todos, destacó dos: la deslocalización, que cambia de lugar el problema de la contaminación y lo localiza en los países del tercer mundo, y los tratados de libre comercio. "Mañana -por hoy- se ratifica en el Parlamento de España el tratado con Canadá, y luego vendrán los otros que están en puertas", alertó.

Y aclaró su advertencia: "Estos tratados van a aflojar y a debilitar los mecanismos de control respecto a los efectos ambientales de actividades y de empresas, van a generar un incremento de competitividad importante, procesos de exportación y transporte con sus efectos ambientales en el aire mayores de los que ya hay ahora... Tenemos un nuevo campo que se añade a lo que hemos heredado, con muchos retos, muchas dificultades y muchas posibilidades".

Los movimientos sociales que abrieron la brecha de la preservación de los recursos naturales se produjeron en Europa y América del Norte, apuntó Maurín, y sin embargo, lo más probable es que en las próximas décadas cojan el testigo países emergentes como Rusia, Brasil y China. "Pero en el primer mundo sigue habiendo un trabajo importante en relación con todos estos problemas", dijo. Uno de los retos será la apuesta firme por las energías renovables, principalmente las basadas en el sol y el viento, las biomasas, geotérmicas... "Las previsiones más optimistas señalan que en 2050 será posible prescindir de las energías no renovables", afirmó.

Maurín hizo un repaso por el despertar de la conciencia medioambiental en el marco de las II Jornadas de Medio Ambiente, que organiza el Club Popular de Cultura Llaranes en colaboración con la Universidad de Oviedo y con las que pretende analizar los retos medioambientales. Y así indicó que los últimos años de la década de los 60 y los primeros de la de los 70 fue cuando se produjeron cambios fundamentales en el pensamiento sobre el medio ambiente. En esos años confluyeron circunstancias como la constitución del Club de Roma, la primera gran ley ambiental, un gran evento de protesta en EEUU... "Ese despertar se produce porque hay una acumulación previa y una confluencia de factores que llegan a rebosar. Y que algunos de ellos proceden de tiempo atrás, de la primera revolución industrial, de cien años atrás, ya que se han ido generando problemas que pasaron desapercibidos y al final terminan por aflorar", dijo.

Otras circunstancias que contribuyeron a la concienciación social fueron los estudios e informes que afloraron a finales de la década de los 60, y curiosamente, también la industria petroquímica y la popularización del automóvil. Porque eso permite que las generaciones que no habían salido de las ciudades se reencuentren con la naturaleza que habían abandonado sus padres y abuelos en pos del trabajo industrial.

"Esto se produce en un contexto de convergencia con otra serie de problemáticas y movimientos imbricados. La guerra fría, la descolonización, Mayo del 68, movimientos de solidaridad internacional y feministas... Y la televisión, que aparece y permite difundir todo eso". La ciencia jugó un papel muy importante, y en cadena se produjeron los avances legislativos y la constitución de organizaciones para la defensa del medio ambiente. "Hasta los años 60 no había ni una sola ley internacional sobre el medioambiente. Ahora hay cientos", sentenció.