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GONZALO DE CASTRO | Protagoniza esta tarde "Idiota" en el Valey de Piedras Blancas

"Uno va a ver 'Idiota' y se ríe, pero al poco se le congela la carcajada y luego desaparece"

"Asturias me hace muy feliz y trabajar en esta región más aún; ver llenos los teatros es algo verdaderamente extraordinario"

Gonzalo de Castro, en una imagen promocional. VANESSA RÁBADE

El actor Gonzalo de Castro (Madrid, 1963) encabeza el reparto de "Idiota", la comedia que llega esta noche (20.00 horas) al escenario del centro cultural Valey de Piedras Blancas, en Castrillón. El intérprete se hizo popular trabajando en series de televisión tan singulares como "Siete Vidas" o "Doctor Mateo", que grabó entre 2009 y 2011 en Lastres (Colunga). Pero también es hombre con muchas tablas. Su último estreno en el teatro Palacio Valdés fue "Invernadero", de Harold Pinter, bajo el manto del director de escena Mario Gas y en compañía del también intérprete Tristán Ulloa. Sin embargo, sus vínculos con el odeón avilesino vienen de tan lejos, como "Últimas palabras de 'Copito de Nieve'", de Juan Mayorga. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

-¿Qué le atrajo más de "Idiota"?

-Que fuera una comedia y que luego pasara a "thriller", pero lo que más, el texto de Jordi Casanova, que es un dramaturgo que está en un momento dulcísimo. Además, claro, que fuera Israel Elejalde el director de escena: un gran amigo, un gran actor y mejor director. Admiro a una empresa como "Kamikaze", que es la que lleva el teatro Pavón.

-Vamos por partes.

-Sí, sí, que hablo muy rápido.

-El texto.

-Lo conozco desde hace casi dos años. Me parecía emocionante: había una perla y había que sacarla. Me gustaba lo que contaba y cómo lo contaba.

-¿Y el director?

-Israel Elejalde es un artista completo, voraz y muy dotado para todos los oficios escénicos. Se formó con José Luis Gómez y creció junto a él como actor. Esta es la tercera vez que dirige: hace unos días presentó "La voz humana", de Cocteau. Elejalde va de arriba a abajo, de izquierda a derecha y todo este camino lo recorre con una brillantez innegable. Vamos a ser testigos próximamente de direcciones de Elejalde que dejarán huella, téngalo por seguro. Ahora ya sabe que anda con Hamlet, somos vecinos. Vivimos muy cerca. Ha sido muy agradable tenerle como director: por su respeto a los actores, porque se sabe este oficio de largo. Es un placer.

-Ahora queda la productora, que se ha metido a dirigir un teatro como El Pavón a la buena de Dios.

-Nunca mejor dicho. Esta aventura en la que se han metido es tremendamente audaz: bracear en este mar tan traicionero como el teatro... Están programando a toda pastilla, pero siempre es el puto dinero el que rige el futuro. Esta es mi carta a los Reyes Magos: que el proyecto llegue a buen puerto, que se mantenga abierto, que están dando vida a esta parte de la ciudad. Y todo sin más ayuda que su propio dinero.

-Su relación con Avilés es larga...

-Mucho: "Glengarry glenross", "Invernadero"... Asturias me hace muy feliz y trabajar en ella más todavía: ver llenos los teatros es verdaderamente extraordinario.

-Ésta es la primera vez que protagoniza una función con solo dos actores.

-Es cierto. Estamos Elisabet Gelabert y yo. Es nuevo para mí. Escuchar en teatro es algo fundamental y si sólo estamos dos en escena, ni le cuento. "Idiota" es un partido de tenis que jugamos a toda máquina. Hacerlo con Gelabert, maravilloso. Lo digo de verdad.

-¿Le cae bien este idiota al que interpreta?

-Me cae bien porque no me llevo ningún personaje a casa. Cuando termino una obra me quito la camisa y el pantalón y me voy a casa. Para dar vida a este infeliz no hay que hacer otra cosa que estar vivo. "Idiota" se plantea cuánta propiedad tenemos en nuestra propia vida. Todos tenemos a nuestro lado a alguien que sufre, a alguien que es esclavo de su hipoteca o de sus propias palabras. Uno va a ver "Idiota" y se ríe, pero al poco se le congela la carcajada y desaparece: todos podemos ser infelices, unos pobres diablos.

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