"Salió todo muy bien". Antonio García no podía disimular ayer la satisfacción por haber podido ayudar en el insólito nacimiento que se produjo al lado de su puesto de trabajo. En su caso era ya la segunda vez que le ocurría algo similar. "Trabajando en Canarias me posó algo parecido, no puedes estar tranquilo en una situación así, porque nunca sabes qué puede salir mal", dice. Los agentes intentaron aliviar en lo posible a la parturienta, no sólo en su dolor, sino en el difícil trago de dar luz en la acera.

García llamó insistentemente hasta que una ambulancia pudo desplazarse hasta el lugar. El personal de ese primer vehículo, no medicalizado, ayudó a finalizar el parto, y luego ya llegó una segunda ambulancia y finalizó la tarea cortando el cordón umbilical. Para cuando llegó su padre, pudo contemplar la cara sonrosada del bebé entre los brazos de la madre.

Raquel Gándara y Jonathan Ríos fueron trasladados al San Agustín, donde tras un breve paso por la UVI quedaron finalmente instalados en la planta tercera. Y es que, pese a las circunstancias, el nacimiento fue perfecto y rápido, la madre no necesitó puntos y el bebé está en buen estado. Gándara ya tenía una hija, y aunque su nacimiento fue rápido, no se puede comparar con la celeridad de este segundo retoño. Ahora tendrán que esperar hasta el domingo para recibir el alta y volver a su casa, en La Carriona. Al pequeño Jonathan, que nació de 38 semanas cumplidas, le acompañará de por vida la anécdota de que tenía mucha prisa y nació en la calle, al lado de la Comisaría.