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El Niemeyer, de los gin-tonic al banquillo

La punta del iceberg sobre el caso de las cuentas afloró en 2011, cuando algunos patronos declinaron firmarlas al considerar excesivos los gastos

Natalio Grueso, en el Centro Niemeyer en 2011. MARA VILLAMUZA

El "Caso Niemeyer" abrió boca con unos gin-tonics y acabará con parte del anterior equipo gestor del centro en el banquillo de los acusados. La Fiscalía de Delitos Económicos ha concluido, después de una instrucción que se ha prolongado durante cuatro años, que los investigados han incurrido en malversación, entre otros delitos, y pide para ellos penas de cárcel que suman 25 años y tres meses, multas por valor de 46.000 y el pago de 245.000 euros en indemnizaciones. Los cinco acusados, entre ellos el exdirector Natalio Grueso, cumplirán la pena de banquillo. Su culpabilidad o inocencia la determinará un tribunal. Pero, ¿cómo se ha llegado de aquellos tiempos en los que Kevin Spacey y Brad Pitt se paseaban por Avilés a una petición de pena de prisión por supuestas irregularidades en la gestión del complejo de la ría?

La punta del iceberg. La punta del iceberg de las presuntas irregularidades en las arcas del Niemeyer afloró cuando LA NUEVA ESPAÑA publicó que algunos socios privados habían declinado firmar las cuentas de 2009. El motivo fue su disgusto con los gastos. Tan solo siete días después, y a través de las páginas de este periódico, trascendió que ese año se destinaron a viajes casi un millón de euros, el 70 por ciento de los gastos de todo el ejercicio. Los pagos al personal supusieron ya entonces un importante apartado, que alcanzó los 282.323,66 euros. La Fundación María Cristina Masaveu abandonó el patronato el 8 de abril, apenas una semana después de que Woody Allen diese por inaugurado el complejo cultural avilesino con la "New Orleans Band", ante unos 10.000 espectadores. Ya entonces los recelos hacia el director, Natalio Grueso, eran notorios en algunos sectores del PSOE, que creían excesivo "su personalismo" en la gestión.

La irrupción de Foro. Con la llegada de Francisco Álvarez-Cascos al Gobierno del Principado, a mediados de 2011, se abrió la caja de los truenos. La Consejería de Cultura reveló el 10 de septiembre de 2011 "graves irregularidades económicas" detectadas tanto por una auditoría interna de la Fundación del Centro Niemeyer como por la Intervención General del Principado: más de un millón de euros y, la mayoría, consecuencia de la falta de justificación de gastos de viajes. Tres días después, el Principado hizo públicas 42 facturas de la Fundación Niemeyer con pagos que ascendían a 261.366 euros y que no estaban debidamente justificadas o sin especificar. Ahí estaban los tiques de gin tonics y viajes en taxi, que en algunos sectores tacharon de "nimiedades", pero también recibos que forman ahora parte del listado de facturas en las que la Fiscalía de Delitos Económicos ve irregularidades, como las vinculados al rodaje de la película de Woody Allen "Vicky Cristina Barcelona". Cómo acabó el pase es de sobra conocido. Todos los partidos acusaron a Foro de entrar en el Niemeyer "como un elefante en una cacharrería", muchos cerraron filas en defensa de Natalio Grueso y su equipo (se llegaron a organizar movilizaciones por las calles de Avilés y hasta un Pleno extraordinario). Y el partido de Álvarez-Cascos relacionó buena parte de su batacazo en el adelanto electoral de 2012 por la crisis que se derivó de su gestión del Niemeyer.

A por la transparencia. La opacidad en la gestión contable del centro cultural avilesino viró con el regreso del PSOE a la presidencia del Principado, con Javier Fernández en el timón de mando. Ana González asumió la presidencia de la Fundación del Centro Niemeyer como consejera de Cultura. En su primer patronato (junio de 2012, Grueso ya trabajaba para el Ayuntamiento de Madrid) se decidió convocar un concurso voluntario de acreedores (el centro estaba en bancarrota) y se encargó la redacción de la auditoría de las cuentas de 2011 a Deloitte. LA NUEVA ESPAÑA desveló tres meses después que el informe provisional del administrador concursal elevaba la deuda a 2,4 millones de euros (con posterioridad quedó reducida a 2,2), 600.000 euros más de lo que ya se preveía. La Fundación del Niemeyer debía entonces un tercio del dinero que gestionó desde su nacimiento, en el año 2007. El análisis del administrador concursal permitió desvelar uno de los secretos mejores guardados del Niemeyer: el sueldo de los seis anteriores gestores. Cobraron de media 92.000 euros al año. Los contratos de los máximos responsables del Niemeyer especificaban en 2010 retribuciones superiores a las del Presidente del Gobierno o de cualquier político asturiano y se llegaron a gastar en empleados hasta 550.479 euros en 2011, el año de inauguración del complejo cultural de la ría. La auditoría de Deloitte, por cierto, ponía reparos a las cuentas de 2011. La situación contable del Niemeyer era tal que los auditores llegaron incluso a dudar si pronunciarse sobre los datos, al considerarlos insuficientes. Hubo que ampliar el plazo previsto para revisar mejor la contabilidad de la entidad. Para entonces ya se hablaba de desastre contable y de bancarrota. ¿Cómo se llegó a tal punto? ¿Quienes fueron los responsables?

La denuncia. Foro Asturias intentó abrir una investigación judicial, pero según explicaron en medios jurídicos se limitó a presentar en los juzgados "una serie de recortes de prensa". Fue Ana González quien llevó formalmente a los tribunales las irregularidades detectadas en el seno de la Fundación en diciembre de 2012, seis meses después de asumir el cargo. Presentó en los juzgados avilesinos un aluvión de facturas con la sospecha de que Natalio Grueso, su entonces esposa (J. P.) y un amigo de ambos (J. M. V., empleado de una agencia de viajes y principal firma proveedora del Niemeyer) habían disfrutado de viajes personales y de otros beneficios derivados de la actividad de la entidad. El juez citó a declarar a los tres en calidad de imputados por supuestos delitos societarios el 13 de marzo de 2013 y todos ellos se desvincularon de cualquier tipo de irregularidad. "Todo lo que hacía o dejaba de hacer lo sabía el patronato (de la Fundación del Niemeyer)", insistió Grueso al juez.

La instrucción del caso. Corrió a cargo del Juzgado de primera instancia e instrucción número 2 de Avilés y se fue enredando con el paso de los meses.

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