La parroquia de Miranda despidió ayer entre aplausos a su vecino José Antonio Amago, "un luchador, una gran persona, un gran hombre". La iglesia de Santo Domingo se quedó pequeña ante la multitud que asistió al funeral por el empresario avilesino, que fundó en 1988, de la mano de su mujer Pilar Pozo, la firma de andamios Pozo Amago. La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) se lo llevó el viernes a los 68 años y su hija Mónica tomó la palabra en el funeral para trasladar el mensaje que le había encomendado su padre antes de morir: "Gracias a todos los que estáis aquí, a los que le habéis acompañado, a los que luchasteis junto a él contra corriente. Me dijo que ha tenido la suerte de tener una gran familia y unos grandísimos amigos. Gracias".

Cuando el cortejo fúnebre llegó a Santo Domingo de Miranda, en la iglesia ya prácticamente no cabía un alfiler. A las puertas del templo esperaba el cura José Manuel Feito, que casó hace 48 años al matrimonio Pozo Amago y que recordaba "lo mucho que ha hecho por la parroquia" José Antonio.

El féretro fue recibido con aplausos y con las voces del Coro Amigos de Miranda, del que José Antonio Amago también era miembro. Ofició el funeral el párroco Francisco Panizo: "Si hay una cosa que tengo claro es que es imposible hacer honor a la vida de una persona en una ceremonia breve como un funeral. Del iceberg vemos un poquito, pero ese trozo frío ya nos dice cómo es el resto, una masa gigante de hielo", comenzó su homilía. Y "ese trocito" que conocía de José Antonio le llevó a concluir que ayer en Miranda se estaba despidiendo a "una gran persona, un gran hombre".

"Era un luchador que no se ha dejado achantar por las dificultades del trabajo ni de la salud, un gran ejemplo. Y ha pensado constantemente en los demás: en los suyos, en los cercanos, en sus trabajadores. Le honra muchísimo", destacó Panizo.

A la viuda del empresario, Pilar Pozo, y a sus hijos José Antonio y Mónica, el sacerdote recordó la lección de vida del que también fue presidente de los Rotarios avilesinos: "Debéis estar muy agradecidos a Dios por la fortaleza que os deja. Os ha enseñado a mirar hacia adelante, le debéis el homenaje de vuestra integridad y fortaleza. Si aguantó en la enfermedad, sobre todo, fue por vosotros".

El féretro dejó el templo de Miranda también entre los aplausos de vecinos y amigos de la familia. Amago descansa ya en el cementerio de La Carriona. Su lucha se extinguió el jueves por la noche en el Hospital Central de Asturias. No consiguió festejar las bodas de oro con su querida Pilar, que aguardaba con ilusión. Pero nunca, nunca se rindió.