La continuidad de la Semana de Música Religiosa de Avilés, un acontecimiento que este año llega a su cuadragésima edición y que sitúa a la ciudad en el foco nacional del género sacro, peligra en caso de que no aparezcan patrocinadores o el público se acostumbre a pasar por taquilla para disfrutar de los conciertos. Así lo indicó el promotor original de la actividad, José María Martínez Sánchez: "En mi opinión lo ideal sería una solución a medio camino entre el apoyo de patrocinadores y el cobro de entradas, pero lo que está claro es que la Semana subsiste solo gracias al apoyo del Ayuntamiento (que aporta los siete mil euros del presupuesto) y eso no es viable a largo plazo porque los gastos suben cada año y los cachés, también".

El exdirector del Conservatorio de Avilés, que cumple ahora cuatro décadas al timón de la Semana de Música Religiosa, dejó cierto poso de amargura en la presentación, ayer, de la nueva edición del ciclo musical. "Cada año conseguimos armar el programa de milagro; la Semana sale adelante a base de pedir favores, por la buena voluntad de los músicos y porque, al menos, el Ayuntamiento mantiene su colaboración económica. Siento envidia cuando veo que en el resto de Europa la gente se rasca el bolsillo cuando va a un concierto de esta naturaleza, en general a cualquier concierto...", expresó entristecido el "motor" del ciclo de música sacra.

Más allá de la reseña sobre el nebuloso futuro, la Semana de Música Religiosa llega una vez más cargada de buenos motivos para que los melómanos de toda Asturias vengan a Avilés atraídos por un programa de gran calidad y que condensa una propuesta artística que aúna lo raro con lo exquisito. Algunos puntos fuertes de este año son un concierto sinfónico coral donde el órgano de Sabugo será exprimido al máximo para que haga las veces de orquesta, el debut en la Semana del organista gozoniego Fernando Artime, la interpretación de piezas gregorianas felizmente salvadas de archivos catedralicios o la recuperación de una vieja práctica últimamente descuidada: la participación de músicos locales del Conservatorio Julián Orbón en, al menos, un concierto.